sábado, 29 de noviembre de 2014

INDEPENDENCE ~ Shelly Crane. *TRADUCCIÓN* Capítulos 1 a 5. [Español]

Capítulo 1
Maggie.

—Lynne, escucha —me arrodille a su lado y trate de no mirar la cicatriz –muy evidente– en su mejilla. Que era un recuerdo constante de lo que había pasado. Había estado en sus zapatos antes, hace unas semanas, y todavía estaba fresco en mi cerebro—. Por alguna razón, los poderes están tomando su tiempo para descubrir que quieren ser. Caleb, no se dio cuenta de esto hasta… bueno, tú recuerdas. Y tú y Kyle sabrán cuáles son sus poderes, pronto, cuando sea necesario. Perdona porque todos estamos demasiado ocupados para prestarles atención a ustedes chicos.
Kyle y Lynne habían ascendido en el techo del palacio y habían mutualizado justo después. Todos habían estado tan concentrados en todo lo que pasaba con nosotros, sobre los problemas más grandes, que ninguno había tenido la oportunidad de darse cuenta del hecho que ellos aún no sabían cuál iba a ser su habilidad. O el hecho que Lynne era humana y había obtenido el tatuaje en su muñeca.
—No —dijo—. No quiero estar en mirado de todos, es que Kyle… —ella suspiro en una forma que me hacía pensar que había estado llorando antes que llegara—. Está enojado. Solo lo sé. Como no podría estarlo, ¿cierto?
Sonreí. Sabía esto de primera mano también. Sentí mi celular vibrar en mi bolsillo, pero lo ignore. —Caleb y yo pasamos por lo mismo. Sentí como si a él lo hubieran engañado porque él es un Ace y yo no.
—Si —asintió—. Así es como me siento.
Sabía que pasarían solo unos minutos antes que Kyle viniera a buscarla. Ella estaba tan triste. No había manera que Kyle no sintiera eso. —No te preocupes Lynne. Kyle es un chico grande. Te prometo que los dos van a tener sus habilidades cuando sea correcto y va a ser excelente. Y Kyle no está enojado. Puedo ver en su cabeza, ¿recuerdas?
—¡Bien, entonces sale! —ella dije y se paró. Se sonrojo todo el camino hasta la línea en su cabeza—. Su cerebro es privado ahora.
Apreté mis labios así no me reiría de ella. —Quería decir que sabría si está enojado. El estaría transmitiéndolo si así fuera.
—Como sea —ella gruño y se limpió la mejilla—. Esta cosa me ha transformado en toda una niñita.
Me reí mientras Kyle cruzaba la puerta del techo del palacio. El prácticamente voló hacia ella y la envolvió en sus brazos. —¿Qué está mal? —miró alrededor por amenazas pero no encontró ninguna. Miró entre nosotras y después se concentró en Lynne. Escucho sus pensamientos, lo escucho todo y dijo: —Lynne, todo estará bien. Ya te lo dije.
Su boca se abrió rápidamente y luego se cerró. Ella dijo rápido:—Pero si-
—Uh, uh —él dijo para pararla y puso un dedo en su labio. Sonreí a la mirada matadora que ella estaba dándole—. Tengo toda confianza en mí especie. Las habilidades vendrán cuando estén listas. Y tengo fe en nuestra Visionaria —él me miro a mi—. Ella es una persona inteligente, que está haciendo el universo feliz y unificándolo. La mascota de un profesor.
—Muérdeme, Kyle.
Él se rio. —¿Ves? —se dio vuelta hacia Lynne y su sonrisa cambio. Era la sonrisa que él había guardado solo para ella—. Ella es totalmente inofensiva y está a bordo, ¿por qué tu no?
Ella miro y mastico esto dentro de su mejilla —Bien, estoy a bordo también. Cálmate.
—¿De verdad, todo el camino?
—Choo, Choo— bromeó con ironía y él sonrió, tomando su cara entre las manos. Pero entonces su pulgar recorrió la cicatriz y dejó su aliento ir despacio. —Bien —murmuró, y oí sus pensamientos culpables. Pensó que la decepcionó. Había estado tan molesto por Rodney que no era capaz de curar su mejilla y sabía que estaría pegada con ella para siempre, gracias a él.
—Para —susurró con dureza—. Para, Kyle —ella agarró su cara, también—. No fue culpa tuya. No me has cortado.
—Pero debería haber sido capaz de curarte.
—Perdiste a tu primo —susurró ella—. Para con esto.
Él pensó en ello antes de sonreír. —Después de ti.
Ella gimió al ser atrapado en su trampa antes de reírse en voz baja. —Está bien.
Cuando llegó de puntillas para darle un beso, ya había salido de ahí. Me fui por las escaleras, mis pasos se iluminaban y curiosamente sin preocupaciones. Ayer mismo, nos enteramos de que Haddock era mi verdadero padre, y luego Jen y Bish se habían imprimado... ¡por fin!
Pero hoy día, me sentí mejor. Sentí que había mucho más que resolver, pero que estaría bien. No había sentido esa sensación en mis huesos en mucho tiempo y la anhelaba. Las cosas estaban cayendo de nuevo en su lugar correcto.
Lynne me había encontrado en el techo antes. Yo estaba tratando de llamar Beck antes de que ella interrumpiera con su pequeña linda escena. Traté de llamar al teléfono de Beck varias veces, pero siempre me llevaba al correo de voz. Y Beck, que conducía a las montañas con Ralph, estaba furiosa conmigo en la única forma en que una mejor amiga podría estarlo como me registré mensaje tras mensaje de ella que decía: —¿Cómo pudiste no decirme que ibas al maldito Londres? ¿Por qué no me has llamado toda la semana? —y por supuesto mi favorito—. ¿Cuando voy a obtener los detalles jugosos de tu y el universitario? ¡Será mejor que me devuelvas la llamada antes de que llegara una postal en tu lindo trasero!
Sonreí pensando en eso. La echaba de menos. Ella era mi rebanada de pastel normal y podría haber usado una ración extra.
Escuché sus pensamientos alrededor de la puerta sólo un segundo antes de que sus brazos se cerraran alrededor de mi cintura. Me presionada, pero fui con ganas, a la pared con la espalda y luego todo era cálidos labios y los ojos cerrados y suaves, pero con manos necesitadas.
Pobre Caleb. María lo había tomado para sí misma después de nuestra gran revelación sobre Jen y Bish para venir a dormir con nosotros para darles un poco de intimidad. Caleb se quejó sobre la necesidad de nuestra propia privacidad en su mente, pero fue sólo una noche, ¿verdad?
Por eso, cuando sentí sus dedos tocando la piel justo debajo de mi camisa, me sumergí en la medida que él lo estaba, yo sabía que él estaba recuperando el tiempo perdido. La mano en mi pelo me dio piel de gallina, ya que masajeo y barrió a través de mi pelo suavemente. Me estremecí, lo que le hizo gemir. Me aleje un poco hacia atrás y lo miré.
Mi Caleb.
Sonrió tonta y felizmente de vuelta hacia mí.
¿Por qué, señora Jacobson, está sonrojándose?
Ruborizándome más bien, lo corregí y sonreí mi propia sonrisa.
Bueno, lo digo de buena fuente que nuestra habitación está finalmente vacía de transeúntes y ocupantes ilegales. ¿Quieres venir y... dormir una siesta conmigo?
Su sonrisa no era en absoluto acerca de una siesta. Me mordí el labio y asentí para que me mostrara el camino. Él entrelazó nuestros dedos mientras hacíamos nuestro camino por el pasillo. Llegamos a nuestra habitación y me besó de nuevo mientras jugueteaba con la cerradura de la puerta. Barrió el fondo de mi boca. Me agarré a su cuello para mantenerlo allí y mantenerme a mí misma.
Pero una risa en voz alta nos hizo dar pausa. Caleb empujó la puerta abierta para encontrar Bish y Jen allí. Tenían sus zapatos, sus piernas colgando por el borde de la cama y estaban descansando en sus espaldas mirando el uno al otro. Antes de que pudiera detenerme, escuché sus pensamientos. Estaban hablando de aprender a conducir, recordando y riendo.
Miraron hacia arriba y Jen sonrió tímidamente. —Lo siento. Mamá y María están durmiendo la siesta en la habitación.
—¿Qué hay de tu habitación? —Caleb le preguntó Bish, ansioso por desalojar a nuestros huéspedes.
—Nunca me dieron una —respondió suavemente.
—Bueno... —Caleb buscó alguna forma semi-educado de decirle se fueran lejos. Me reí entre dientes y agarré su cuello una vez más. Apoyó sus manos en mi espalda baja, su frente con la mía.
—No vamos a tener un momento de paz hasta que volvamos a los Estados Unidos —le dije—. Y luego todavía no. Beck me va a volver loca por lo menos durante una semana. Y entonces Gran va a comenzar la cosas de la boda, simplemente lo sé.
Caleb asintió en silencio y me dijo que yo tenía razón.
—Lo siento —dijo Jen de nuevo, pero se dejó caer sobre la cama con ninguna intención de irse. Bish se unió a ella, esta vez más cerca.
Le susurró: —Yo no lo siento —luego la besó una vez, atrayéndola hacia su pecho y se quedó inmóvil como si fuera a ir a dormir.
—¿Quieres volver a la azotea?— Caleb sugirió en voz baja que mantenía una promesa.
—Eew —Jen gimió—. Vete antes de que inicies con la voz sexy, hermanito.
—Nuestra habitación —replicó y me sonrió. Era su Estoy feliz, no importa lo que estamos haciendo sonrisa. Esta era la sonrisa que salvó sólo para mí, para cuando nadie estaba mirando.
Le devolví la sonrisa y comencé a conducirlo de regreso a nuestro techo cuando Haddock nos encontró en la puerta. —Maggie. Caleb —se dirigió y se removió. Yo, por supuesto, no podía oír sus pensamientos, así que no tenía idea de lo que quería. —Me preguntaba si podríamos hablar... antes de que todos se vayan.
—¿Sobre qué? —le dije con suavidad. Yo no estaba enojada con Haddock y no quería que pensara que me debía nada. Cerré la puerta para que Bish no lo oyera. Él no sabía nada de esto, después de todo.
Pero Haddock dijo: —Cuando se vayan mañana para volver a Tennessee, me voy contigo. A tu pueblo, quiero decir.
—¿Qué? —espeté en voz alta—. ¿Qué quieres decir?
Se quedó un poco más alto. —Yo no he sido tu padre todo este tiempo, y sé que tienes Jim. Eso es genial, pero te he perdido una vez y ni siquiera sabía que tenía. No tengo ninguna intención de hacer eso otra vez.
Cerré los ojos y traté de respirar normalmente. Así que, papá y Fiona, y yo y Caleb, y Bish y Jen, ahora Haddock.
Una gran familia feliz.
—Lo que sea —le dije cortésmente y traté de sonreír—. Vamos a ver qué podemos hacer, pero no le voy a decir a mi padre... um, Jim. ¿Sabes lo que quiero decir? No lo estoy diciendo sobre todo esto.
—Entendido —dijo y sonrió—. Nos vemos en la cena.
Recordé el mensaje de texto en el bolsillo. Saqué mi celular y traté de no disparar puñales a la espalda de Haddock mientras se alejaba. Caleb estaba murmurando algo acerca de Haddock de ser un creador de problemas, pero se detuvo tan pronto como sintió mi pensamientos chocar contra él.
Volví a leer el mensaje de texto en cinco ocasiones, mientras que Caleb se aferró a mí. Cuando él me apretó la cara contra su cuello y dijo: —Ah, cariño. Lo siento mucho —sabía que el texto de la mamá de Beck era real.
Beck y Ralph estuvieron en un accidente de tráfico en las montañas. Traté de llamarte varias veces. Ellos encontraron el coche, pero no había nadie dentro. Sospechan que fueron en busca de ayuda y... Ellos suspendieron la búsqueda hoy. Vamos a tener los funerales el sábado. Por favor, vuelve a casa.
Sentí que mis rodillas comienzan a temblar.
Caleb se echó hacia atrás y tomó mi cara entre sus manos. —Vamos a irnos, en este momento —podía sentir empujándolo todo su consuelo y amor en mí, en mi piel con su toque. No podía recordar un momento en que estaba tan agradecida con él, que en ese momento. Sentí que mi aljaba los labios y lo mordí para detenerlo. Miró a mi labio y la espalda hasta los ojos con una expresión de dolor. No podía hacer nada para arreglar esta situación para mí y la sensación de impotencia no era algo que a Caleb le gustaba mucho. A mí tampoco—. Maggie... dime qué hacer —dijo, angustiado y barrió mi mejilla con el lado de su dedo pulgar—. ¿Qué puedo hacer yo?
Me levanté y envolví mis brazos alrededor de su cuello. —Lo estás haciendo.
Suspiré y traté de calmarme. —Lo estás haciendo.
Cuando por fin habló, lo hizo suave y al oído, como si me estuviera cediendo a lo largo. —Voy a decirle a papá que nos vamos ahora. Ellos pueden venir más adelante. ¿Por qué no te sientas... con Jen y Bish por un minuto?, hasta que yo vuelva, ¿vale?
Asentí con la cabeza. Él me llevó allí en una neblina. Había estado tan envuelta en todo lo que sucede últimamente –pero reconozco que era enormes cosas que alteran la vida, pero aun así– apenas había podido hablar con Beck últimamente.
Rebecca. Yo nunca usé su nombre real, y nunca usó el mío.
Sentí una oleada de culpa y remordimiento y pérdida. Fue entonces cuando sentí la calidez y el confort de Caleb me dejaban. Oí un gemido y me volví hacia él. Bish me tenía por mi brazo y Jen estaba con él, también. Caleb estaba tratando de salir de allí... pero no pudo. Él quería. Quería que me permitiera tener un minuto con mi hermano en mi tiempo de duelo, pero Bish lo entendería. Bish podría ser el que le dijera a todos nos íbamos... que yo había perdido a mis amigos.
Necesitaba Caleb.
Los dos nos movíamos a la vez y envolvimos los brazos alrededor del otro. Oí Bish decir algo sobre mi padre y un avión. Me concentré en el patrón suave de la tela escocesa de la camisa de Caleb con los ojos y los dedos.
En ese momento me sentí como la chica que solía ser. La niña que se sentía abandonada y solo en un mundo lleno de gente y cosas. Pero yo no era esa chica. Levanté la vista hacia el rostro de Caleb mientras estábamos en mi habitación, a los pies de la cama. Su rostro explicó su necesidad de hacer mi dolor desaparezca.
No, yo no estaba sola.
Pero mi amiga aún no estaba. 

Capítulo 2
Caleb.

Ella todavía estaba temblando. Sabía que no había nada que pudiera hacer para que fuera mejor. Su amiga murió. Pero esto... solo sentir su cuerpo temblar y mi camisa mojada porque ella había estado llorando durante los últimos veinte minutos...
Cada minuto que pasaba era un cuchillo en el estómago. Finalmente la había cogido en mis brazos y nos tumbamos en la cama juntos y espere a que dijera que nos íbamos a casa. Me quedé mirando el techo mientras dejo que mis dedos bailaran –lo que esperaba que fuera– un ritmo suave a través de su hombro desnudo. Se habían enredado nuestras piernas y agarró mi camisa en sus dedos.
Traté de mantener mis sospechas para mí mismo y no deje que se filtran a Maggie, pero fue en gran medida una posibilidad en mi mente que se trataba de una represalia. Los Watson habían perdido a Marla y Donald en nuestras manos. ¿Todavía se arriesgarían viniendo en contra nosotros sólo por venganza? Si mataron a Beck y Ralph y fui yo quien trajo Maggie en este lío...
Gemí con furia y se movió un poco. Maggie levantó un poco la cabeza para mirarme. —¿Por qué estás tan enojado?
—Nada, cariño —le asegure—. Simplemente estoy... triste por ti.
—Estás enojado, lo he notado —ella bostezó y se deslizó más cerca de mi cabeza—. Estoy demasiado cansada para hacer que me digas, sin embargo —me encontré a mí mismo riendo.
—No te preocupes por mí. Estoy preocupado por ti.
—Estoy... bien —ella sorbió la nariz y se me rompió el corazón—. Sólo deseo haberla visto una vez más. Estaba tan enojada conmigo antes... y luego vine aquí y...— Sus ojos buscaron los míos—. Pero ellos dicen que nunca encontraron los cuerpos. Así que tal vez aún hay esperanza, ¿no?
—Sí, por supuesto.
Tenía muchas ganas de creer eso.
Se humedeció los labios y continuó. —Tal vez pueda encontrarlos. Tal vez...— Su rostro se ensombreció—. Aunque tengo que tocarla para conseguir una visión, ¿no?
Empecé a decir algo, ni siquiera estoy seguro de que era, cuando alguien golpeó la puerta. Suspiré. —¿Qué? —pregunté en voz alta. Jen asomó la cabeza por la puerta—. Hey —dijo lentamente. Era obvio que estaba caminando sobre cáscaras de huevo. Le di una cara para decirle que parara. Ella tenía que saber Maggie odiaría eso. Se enderezó y abrió la puerta—. Nuestro vuelo ha sido reservado.
—¿Vienes también? —preguntó Maggie—. No quiero hacer tu viaje más corto.
—Es sólo un día. No importará. ¿Estás bien?
Maggie suspiró. —¿Por qué están todos tan preocupados por mí? Ustedes perdieron a su primo, no hace ni una semana.
—Sí —Jen estuvo de acuerdo y suspiró, también—. Lo hicimos. Aun así.
—Yo... —ella sacudió la cabeza—. ¿Cómo estás?
—Yo... —Jen negó con la cabeza, también, y se encogió de hombros. Ambos se rieron un poco de tristeza. Maggie se levantó de la cama para darle un abrazo Jen. Se abrazaron con fuerza durante mucho tiempo. Jen movió su cabeza—. Esta semana ha sido... agridulce.
—Lo siento, no pude salvarlo —susurró Maggie y yo sentía algo doloroso ir a través de mi pecho.
—Maggie, ya basta —le dije y me levante de la cama. Ella no me miraba. Jen miró entre nosotros. Repetí más suave—. Maggie, basta.
Por fin levantó la mirada, con los ojos brillantes. —Él nos salvó. ¡Él nos salvó y yo no lo salve!
—No fue tu culpa —la tomé de Jen, pero ella siguió su camino como si no hubiera hablado.
—Y ahora Beck... No pude salvarla tampoco. ¡Y la pareja de Rodney! ¡Está sola porque no pude salvarlo! —su pecho comenzó a temblar y la abrace. Ella me empujó un poco hacia atrás, pero se aferró—. ¡No! ¡No me consueles! He causado todo esto —ella me miró con preguntas en los ojos—. No puedo creer que no estás enojado conmigo por dejarlo morir.
—Para, Maggie —dije, y respiró hondo—. Deja esto.
Ella no iba a parar, así que le di un tirón hacia mí. Ella trató de empujar y yo solo la sostuve con más fuerza. No era de las que pelean. Tardó poco tiempo antes de que ella estuviera enterrando su cara en mi cuello en lugar de que me alejara. Me aferré a ella tan fuerte como ella estaba a mí. —Lo siento mucho —lloró.
Respiré hondo para contener mi propia emoción. La suya, además saber que las cosas, probablemente, iban a empeorar, me estaba matando. Ella tomó mi cara entre sus manos pequeñas y frías y me miró a mí. —Yo. Lo siento. Tanto.
—Bebe —le suplique—. Esto no fue tu culpa.
—Sólo lo dices por la imprimación. No te dejará estar enojado.
—Lo estoy diciendo porque es verdad —le dije, duro e implacable—. Beck no es tu culpa. Rodney... no es tu culpa —luché contra la obstrucción en la garganta—. Maggie, las cosas suceden. Hay cosas suceden a veces y nadie tiene la culpa y nadie podría haberlo parado.
No parecía completamente convencida, pero sentí que sus dedos se movían en mí cara. Dejó que se deslizaran fuera y luego miró a Jen. —¿Bish está empacando?
—Sí —respondió ella. —Tiene Maria ayudándolo —ella sonrió—. Los dos se llevan muy bien hasta ahora.
—Él la adora —confirmó Maggie—. Y viceversa —ella me miró y se aclaró la garganta—. Probablemente deberíamos empacar, también.
—Todas mis cosas están aquí —le dije—. Mude todo desde arriba. Voy a empezar poniendo cosas en las maletas.
Ella asintió con la cabeza y me volví para hacer precisamente eso. Jen y ella hablaron por un segundo antes de que Maggie cerrara la puerta. Se quedó allí un poco y esperó. Debí haber sabido que ella estaba poniendo un frente en los últimos días. Ella estaba tratando de ser feliz y fuerte para todo el mundo, pero con Haddock y Rodney y ahora Beck, era demasiado para ella. Pero ella estaba actuando como si no quisiera mi consuelo en absoluto.
¿Era su idea de auto castigo porque se culpaba, o si fue que honestamente creo que estaba molesto con ella y no podía enfrentar mi ira debido a la imprimación?
Miré a ella para encontrarla mirándome mientras me tire una bola de camisetas en la bolsa de lona. —¿Estás bien?
Ella asintió con la cabeza. —Estoy bien, Caleb. Solo...— Ella sacudió la cabeza. —Estoy listo para llegar allí. Ver el Sr. y la Sra. T.
Asentí con la cabeza en eso. —Te llevare allí tan pronto como me sea posible. Iremos directamente desde el aeropuerto.
—Gracias.
Decidí dejar que el comportamiento extraño entre nosotros se fuera y no mencionarlo más. Ella necesitaba procesar lo que estaba pasando. Podría esperar.
Así que hicimos las maletas todo en silencio, yo estaba en el modo protector a través de mis venas. Arrastré las maletas y la dejé llevar su bolso y mi sudadera con capucha para el avión, mientras caminaba delante de mí.
Estábamos casi al final del pasillo cuando Jonathon dobló la esquina corriendo a Maggie. Él la agarró por los brazos para mantenerla en posición vertical y a pesar de que sólo estaba siendo un caballero, vi rojo cuando mire sus manos en la piel de Maggie.
Maggie rápidamente dio un paso hacia atrás y me pregunte si era porque sentía mi molestia o ella sintió el zumbido enojado de su piel cuando alguien la tocaba, alguien que no era yo. Fruncí el ceño. Y ella ni siquiera quería que la tocara en estos momentos.
Ella apartó la mirada hacia mí. —Eso no es cierto —mierda. Me olvidé de bloquearla.
—Sí, lo es —discutí con suavidad—. Esto es estúpido, Maggie. No es necesario castigarte a ti misma.
—Yo... no.
—¿Tú no?—le pregunté y ella hizo una pausa antes de sacudir la cabeza y negándose a mirar a mí. Dejé que las maletas cayeran de mis dedos en el suelo y fue a pararme frente a ella—. No fue tu culpa. Nada de esto lo fue.
Jonathon se quedó allí, con los ojos hacia atrás y adelante como si estuviera viendo el voleibol. No le hice caso.
—Maggie.
—No se puede decir que Beck y Ralph no son mi culpa —dijo, y finalmente levantó la vista hacia mí—. Sí, puedo. Porque es mía —si mi preciosa pequeña Maggie quería jugar mártir, dos podrían jugar ese juego—No —dijo ella, confundida— ¿Cómo podría ser tu culpa?
—Porque yo te toqué y te hice mía —sentí que se me apretaba la mandíbula a la verdad de esas palabras. La vida de Maggie no había sido exactamente color de rosa desde que la había arrastrado a mi mundo.
—No digas eso —declaró—. No empieces de nuevo.
—¿No empieces qué? ¿No empezar diciendo que si no fuera por mí, tú y tú familia estaría a salvo y normal como lo que solía ser?
—Caleb... —sus labios temblaron de nuevo y supe que había ganado. Dejé todo y tire de sus codos de modo que estuviera en mis brazos. Su piel era suave y con olor dulce y trago inductor. Tomé su barbilla en mis dedos e hice que me mirara. Envolví mi otro brazo alrededor de la parte baja de la espalda para mantenerla allí.
—Maggie Camille —respiraba y sentí que se quedaba sin aliento—. Deja de esto ahora mismo. No es más tu culpa de lo que es mía. Son cosas que pasan. Es una mierda, es una mierda tan mala y, nena... Me muero por ti. Desearía poder detener esto, pero no puedo —dejé que mi pulgar barriera por su labio inferior. Resopló una vez antes de envolver sus brazos alrededor de mi cuello. Exhale mientras su piel tocó la mía y la acerque a mi pecho con fuerza. Me sentí bien por haberla traído desde la cornisa. Mi trabajo era protegerla, incluso de sí misma.
Podía sentir su respiración en mi cuello y tuvo que contenerme como siempre lo hacía. Abrí los ojos para encontrar Jonathon que estaba en medio. Yo moví mi cabeza hacia el pasillo para decirle que se perdiera. Se aclaró la garganta e hizo exactamente eso.
Me eché hacia atrás para apoyarme contra la pared, pero era la puerta de la escalera en su lugar. Oí mí: —¡Mierda! —pero ya era demasiado tarde. Me abrazó con más fuerza a medida que caímos de nuevo al suelo y aterrice en mi culo con ella en mi regazo. Ella se reía antes de que pudiera conseguir entender lo que había sucedido. Me reí también, y se alisó el cabello hacia atrás. Jugué con un trozo entre mis dedos. Era tan apestosamente suave—. Woops.
Ella se rió y puso su mano en mi mejilla, tratando de pararme del suelo. —Muchacho tonto —dijo en voz baja.
Agarré sus caderas y traté de recordar que ella me necesitaba porque estaba triste. Pero con Maggie en mi regazo... Mi cuerpo imprimado había terminado con ser el chico bueno en ese departamento. La quería. Toda ella.
Ella se calmó un poco, entonces, se lamió los labios. —Lo siento.
—No tienes que disculparte, bebé. Ese es el punto —tomé su cara entre mis manos—. Fue una tragedia, no una visión que se podía parar.
Vi un destello de preocupación y la visión de Bish y Jen jugar en su mente antes de decir: —Lo sé.
—Estás abrumado por todo. Entiendo. Pero no me empujes lejos cuando lo único que quiero hacer es estar aquí.
Se inclinó hacia delante y me dio un beso en la barbilla. Ella me miró por debajo de sus pestañas y apenas suprimí mi gemido; ella se inclinó para besarme donde quería yo quería. Dejé que mis manos viajaran a sus caderas, tirando de ella un poco más cerca y, a continuación, les dije que se quedaran.
Quédense, manos, quédense ahí.
El beso había terminado demasiado rápido para mí, pero yo sabía que ha Maggie le seguía doliendo. Me froté los brazos suaves, dejando que se calmaran y me adentre en la realidad, hasta que estuvo lista para irse.
La ayudé a ponerse de pie y dimos la vuelta de la esquina para encontrarnos con Jonathon nuevo. —¿Amigo? —dije con enfado.
—Espera —dijo Maggie y vi todo jugar en su mente. Ella tomó el brazo de Jonathan y se asomó por la esquina, todo el negocio.
Ella era la Visionaria y ella estaba tan malditamente buena en eso.
Entonces vi que Maggie estaba esperando. La pareja de Rodney, la chica que Maggie había hablado y aprendido lo que era, dobló la esquina con algunos papeles en sus manos. Estaba absorto completamente en su lectura y no levantó la vista. Maggie se detuvo y empujó a Jonathan en frente de ella. La niña levantó la vista justo a tiempo para verlo y saltó hacia atrás para evitar la colisión y se rió en vergüenza. Pero Jonathan, el chico nunca pegajoso, se agarró a los brazos para evitar que se cayera.
Y la imprimación comenzó con explosiones y temblores, mientras veía en la mente de Maggie, nos aferramos al otro y recordamos nuestra propia imprimación. El día que me condene a la chica que quería tan mal y tengo el amor de mi vida en el mismo momento.
El día que ella se convirtió en mi chica.
Susurré lo increíble que era en su oído. Tenía que haberse cansado de que lo diga, pero yo no podía parar. Maggie se debatía entre el cumplimiento de la observación de sus súbditos siguiendo su destino y la tristeza que pasa en su propia vida. Me abrazó con más fuerza y sentí su gratitud. —Siempre voy a estar aquí para celebrar juntos —le dije con convicción.
Se dio la vuelta y me atrajo hacia ella. Mientras la deje controlarme a mí y mis labios, mis manos encontraron su lugar favorito. Sus caderas. Y yo les dije que se quedaran ahí.
Quédense, manos, quédense ahí.

Capítulo 3.
Maggie.

Me acurruqué en la sudadera con capucha de Caleb mientras estábamos sentados en el avión. Aún no despegábamos. Bish y Jen estaban en los asientos delante de nosotros, y Fiona y papá estaban en los asientos delante de ellos. Peter nos había comprado boletos de primera clase a todos, y me sentí mal por eso. Pero no tan mal como para sentirlo en realidad. Estaba demasiado ocupada sintiéndome culpable por Ralph y Beck.
Pero las cosas buenas estaban sucediendo a nuestro alrededor. María se quedó con Peter y Rachel mientras Bish y Jen fueron, a falta de una expresión mejor, uno encima del otro. Era asqueroso y dulce, todo al mismo tiempo. Ella se volvió en su asiento hacia él y se siguió apartando su cabello hacia atrás mientras hablan. Ella le estaba diciendo acerca de su trabajo y trataba de evitar cualquier conversación de las casas y lo que iban a hacer. Por ahora, se quedarían con Peter, pero pronto... yo no quería pensar en eso tampoco. Bish no tenía dinero, no era un secreto, pero era tradición de los Virtuosos que el novio comprara a su esposa una casa, tener un lugar para llevarla a casa para después de la boda.
Suspiré y aparté ese pensamiento. Y entonces miré hacia otro lado cuando Bish le tomó la barbilla y la besó. Profundamente.
Me hice un ovillo y giré hacia el lado de Caleb. Tenía la intención de dormir todo el camino. Necesitaba todo el descanso que pudiera conseguir para estar lista para reunirme con los padres de Beck. Caleb descansaba y levantó el brazo para que me pudiera poner en su pecho. Sus dedos rozaron mi cuello en repetidas ocasiones mientras trataba de llenarme de su calma.
Dormí tan bien que era irreal.
Cuando abrí los ojos, estábamos de vuelta en Tennessee y me froté los ojos y miré a la mujer que insistía en las noticias a todo volumen. Caleb y yo hicimos nuestro camino más allá de Bish y Jen hacia papá. Él y Fiona eran tan nuevos como Bish y Jen, pero menos evidente. Mi padre siempre había sido dulce con mi mamá, pero en casa. No me lo podía imaginar en el tipo PDA[1], por lo que no me sorprendió que sólo tomaban de las manos mientras se abrían camino para salir de los asientos. Le sonreí y él me devolvió la sonrisa. Hombre, la vida era diferente. Me dirigía a casa no con uno, sino dos parejas recién impresas[2], y nos había dejado un nuevo conjunto en el palacio.
Las cosas se estaban dando vueltas por los Virtuosos y alrededor de mí también. Traté de no pensar demasiado en ello. No quería que Caleb se sintiera aún más culpable.
Cuando fuimos a la casa de mi padre, me encontré en mi shock cuando puse un pie en la casa. Papá había eliminado todas las cosas que mi madre había usado para que la casa fuera un "hogar". Fotos quitadas de las paredes y reemplazadas con sólo imágenes de nosotros, no con ella.
Las lámparas con volantes y las baratijas tontas fueron quitadas. Todo lo que quedaba era una normalidad que yo estaba agradeciendo.
Papá realmente había cambiado, y justo a tiempo parecía. Hubiera sido probablemente incómodo para Fiona, entrar en la casa con la cara de otra mujer por todas partes.
Lo miré. —Estabas muy ocupado mientras yo no estaba, ¿eh?
—¿No estás molesta? Te guardé un par de cosas, las puse en la cama. Y esto... —señaló el gran espejo antiguo que había encontrado—. Yo pensé que podrías quererlo… para tu lugar con Caleb.
—Gracias, papá —canturreé—. No, no estoy molesta. Pienso que ya era hora.
Me abrazó con un brazo, pero eso no era suficiente. Lo abracé a la cintura, como la niña que solía ser, y apreté. Me tomó de esa manera y me abrazó con fuerza.
—Siento lo de Rebecca, nena —susurró.
Asentí con la cabeza. —Voy a ir a ver a sus padres ahora.
 —¿Quieres que vayamos?
—Nah —musité. Iba a ser lo suficientemente fuerte para enfrentarme a ellos sin público—. Tú puedes venir conmigo mañana, ¿de acuerdo?
—Está bien. Si eso quieres.
—Esto le dará tiempo a ambos para asentarse, de todos modos —eché un vistazo a Fiona mientras permanecía de pie a un lado, resplandeciente y tranquila.
—Vamos a dormir esta noche en casa de Caleb —no añadí nada más. No quería entrar en detalles íntimos. 
—Y yo sólo estoy aquí para conseguir algunas cosas —Bish parloteaba rápidamente—. Supongo que me quedaré con Jen y Peter por un tiempo.
—No te desmayes cuando veas el lugar —le dije—, es enorme.
No sonrió, pero vino y me dio uno de sus grandes abrazos de oso que me había estado perdiendo.
—Maggie —suspiró perdiendo las palabras. Su mente estaba en blanco, literalmente, de todo lo reconfortante que podía decir. Negué con la cabeza hacia él para decirle que estaba bien. Me besó en la mejilla y dijo—: Nos vemos más tarde, ¿sí? ¿En casa de Peter?
—No —dije, y miré a Caleb—. Pensé que volvería a alojarme en el apartamento, ¿te parece bien?
Él asintió con la cabeza y me miró.
—Por supuesto.
—De esa manera tú puedes conseguir acomodarte también, sin que nadie más que te distraiga.
Y una vez más, lo dejé en eso.
—Si eso es lo que quieres —replicó Bish—. Iremos mañana, de visita.
—Por supuesto —Caleb todavía tenía las maletas en las manos. Me di cuenta de que no tenía ni siquiera un coche aquí. La moto de Caleb era en casa del tío Ken. Levanté mi mirada a papá—. ¿Podemos dejar nuestras cosas aquí y venir por ellas más tarde?
—Claro.
Asentí con la cabeza. —Bien. Estoy lista cuando tú lo estés —le dije a Caleb, el nunca impasible guardaespaldas. Sacudí el llavero que me había dado, en el bolsillo delantero de su sudadera. Resonó contra el brazalete estrella que había reemplazado, del regalo que me habían hecho los empleados de The 25 Hour Skillet[3], y eso me recordó que no importa lo que pase a partir de ahora, tenía gente que me quería y se preocupaba por si era feliz o no.
Dejé que ese pensamiento mientras Caleb me llevó por la puerta con su mano en la parte baja de mí espalda. Oí a papá y Fiona hablando hablándose en sus mentes acerca de mí; pobre de mí, que había pasado por muchas cosas. ¿Qué pasa con los “pobre Beck”? ¿”Pobre Ralph”? Ellos fueron los que pagaron por mis errores.
Mis Converses golpearon en el pavimento cuando hicimos el corto viaje a la casa de Beck. Caleb estaba tranquilo y estaba agradecida mientras sostenía mi mano. No quería hablar de eso, realmente no. Yo sólo quería que ella estuviera con vida, y ella no lo estaba, y era mi culpa. Dios… Pensé en lo diría Beck al oírme hablar así. Ella me golpearía, con seguridad.
Me reí al recordar su manera de gritarme cuando yo lloraba por ella cuando teníamos doce. Ella había quedado atrapada y yo no. Quería entregarme, confesar todo, pero ella se burló e nos hizo salir como si yo estuviera siendo una completa idiota.
—¿Por qué hiciste eso? ¡Ambas estaríamos en problemas en lugar de una sola de nosotras! Eso no tiene sentido, Mags.
Pero me sentía tan culpable que terminé delatándome a mí misma. Puede que también haya impreso carteles de "Se Busca", porque me removía la conciencia a dondequiera que iba. Así de ingenua, tan simple, tan fácil... un momento diferente de nuestras vidas.
Caleb frotó suavemente su pulgar a través de mis dedos, alejándome de mis pensamientos. Miré hacia arriba encontrando su simpático rostro observándome. Cuando nos acercamos a la casa de Beck, vi su coche en el camino de entrada. Debieron haberlo tomado de Ralph. El dolor en mi pecho era casi insoportable cuando las siluetas de sus padres se vieron a través de la ventana. Caleb me detuvo y me volvió hacia él. —Espera.
—No podré, Caleb —le dije, mi voz temblorosa—. No voy a ser capaz de-
Sus cálidos labios sobre los míos, detuvieron cualquier otra cosa que podría haber dicho. No lo estaba besando exactamente, pero él sí que me besaba. Me envolvió en su pecho y me beso quitándome el aliento. Mis manos estaban atrapadas entre nosotros. Enrosqué mis dedos para poder aferrarme a él como si mi vida dependiera de ello. Cuando más duro me besó, más profundo me caí.
Sabía lo que estaba haciendo. Y estaba tan agradecida con él por tratar de llenarme con calma en lugar de tristeza, que ahora estaba siendo sacudida con una necesidad de Caleb, que parecía de repente desesperada. Obligué a mis manos a salir por entre nosotros y las enganché alrededor de su cuello. Las puntas de mis pies empujaron por su encuentro con propia voluntad.
— Demonios, Maggie —murmuró contra mis labios. Sus manos se convirtieron en garras cuando me tiró más cerca de él.
La sudadera con capucha de repente estaba muy caliente. Era extraño. Nunca me había sentido así antes. Era como si mi cuerpo hubiese echado a un segundo plano mis responsabilidades. Me importaba un comino lo que pasaba a nuestro alrededor, sólo sabía que Caleb estaba aquí, él me estaba tocando y él era mío.
Era demasiado, pero no podía detenerme. Yo estaba en piloto automático y mi huella conducía. Me sentí completamente fuera de control.
Caleb llevó las manos a mi cara y exhaló con dureza contra mi mejilla mientras se retiraba un poco. —Está bien — calmó y frotó con los pulgares—. Está bien. Esto ha sido así para mí desde el principio y es totalmente normal. Nuestros cuerpos solo están... cansados de esperar para estar juntos, eso es todo.
—¿Tú has sentido esto todo el tiempo? —le pregunté, mi voz era apenas un susurro.
—Bueno... no exactamente como esto, pero ha sido bastante malo a veces —respondió con ironía.
—¿El incidente del bóxer slip[4]? —dije y me encontré sonriendo.
Él se rio y se mordió la comisura de sus labios. —Sip. Está en la parte superior de la lista.
—Entonces, ¿qué significa esto?
— ¿Recuerdas cuando dije que la mayoría de los Imprimados se casan dentro de un par de semanas? Bien, han pasado un par de semanas ya, nena. Podemos esperar, pero eso no será fácil.
Él estaba tratando de no sonreír. —Oh, pareces tan roto al respecto —bromeé.
Él se rio y agarró mis caderas con más fuerza. —En realidad, roto, no. El hecho de que por fin me quieres tanto como yo quiero que se siente un poco agradable, sin embargo.
Puse los ojos en blanco y a ambos nos parecía que nuestro pequeño "calmar la sesión" había terminado. Miré el coche de Beck, una vez más, y susurré: —Gracias, cariño.
Sonrió ante el 'cariño'. —Te amo y te puedo hacer esto. Voy a estar justo detrás de ti, ¿recuerdas? Siempre estaré aquí para mantenernos juntos.
Envolví mis brazos alrededor de su cintura al igual que lo hice con mi padre y dejé que me apretara y besara mi cabello. Una parte de mí casi odiaba ser tan dependiente de él, pero él tenía razón. Él siempre nos mantuvo juntos y yo tenía que aferrarme a eso, no mantenerlo a la distancia.
Después sentí como si hubiera tomado todo el tiempo posible, me volví  para entrar, pero me encontré con la señora T saliendo con la basura. Tan pronto como me vio se puso a llorar. Abrió sus brazos para mí y, al igual que una niña, corrí hacia ella.
Ella lloró y yo también, pero eventualmente nos separamos y le dije que volvería al día siguiente. Cuando se alejaba, no podía dejar de tocar el Dodge Neón de Beck… y hasta que me golpeó una visión.
Caleb se precipitó hacia adelante. Me aferré a él mientras veía como Beck y Ralph iban por la montaña, riendo y cantando con la radio. Llegaron a la última salida antes de tomar la carretera cuando el coche se averió. Ralph estaba furioso. Estaba diciendo que no había manera de que se hubiera agotado el combustible porque acababa de llenarlo en la ciudad.  Pero estaba completamente seco y no había ni una persona ni una casa a la vista. El paso no se usaba con mucha frecuencia a menos que tuvieran una casa de verano allí o algo así.
¡Ellos estaban con vida!
Así que empezaron a caminar. Y a medid que los días se alargaron, se les acabó el agua y los alimentos, y finalmente, perdieron el rumbo. Estaban en un pequeño hueco o cueva en la ladera de la montaña en el valle. Ralph estaba mal, porque se había negado a tomar la última gota de agua, dándosela a Beck en su lugar. Mientras miraba la visión, y vi la cara de Beck, sucia, triste, derrotada y hermosa cuando ella echó para atrás el cabello Ralph, sabía que no tenía una oportunidad de salvarla.
Miré a Caleb, quien asintió con la cabeza, después de haber visto la visión. Él estaba dispuesto a ir. Listo para llevarme a salvar a mis amigos.
Y solo uní las manos a las de Caleb y corrimos todo el camino a casa de su tío.
Pasamos de la casa de papá, porque él trataría de detenerme y Bish trataría de ir conmigo. Nadie más estaría muriendo o siendo herido por mí. Este era mi lío y mi lucha.
Bueno, y con la ayuda de Caleb.
Se rio de mi pensamiento.
No teníamos ropa para cambiarnos y nada con nosotros, pero cuando nos subimos a la SUV negra del tío de Caleb, no nos importó. Sólo quería llegar allí. Estábamos a horas de distancia y aun así teníamos que tratar de encontrarlos.
Caleb dijo que paramos para encontrar algunas provisiones en el camino, mientras volva en el sentido contrario por el camino y luego por la amplia calle.
Acabamos por hacer eso.
Alrededor de una hora en nuestra unidad nos detuvimos en una pequeña estación de combustible para comprar algunas botellas de agua y de alimentos. Mucha comida, porque Beck y Ralph tendrían que comer una vez que los encontráramos. Y nos encontraríamos con ellos.
Fuimos en coche por horas. Caleb escuchaba la radio y cantaba junto a ella, jugando con mis dedos en su regazo. Hizo cualquier cosa menos hablar de Beck y yo estaba agradecida. Me quité los zapatos de una patada y los tiré bajo el asiento. Tiré la capucha de mi sudadera y me acurruqué para un largo viaje.
Pero mi visión había sido algo vaga. Así que cuando llegamos a la última estación de servicio antes de dirigirnos a la parte trasera de la montaña, nos detuvimos para llenar el combustible y compramos una lata de este para llenar, así, por si acaso. Sabíamos que era la última estación de servicio porque el cartel decía que era la tienda más grande de este maldito lugar.
Me dio su tarjeta de débito y escribió el código en mi mano. Le sonreí y traté de reírme. Eso si es que es amor; su tarjeta de crédito y el código pin.
Me puse nuevamente mis zapatos y fui al cuarto de baño mientras él cargaba combustible. Me estaba bebiendo una soda cuando lo escuché.
Coge un par de bollos de miel también, nena. Tengo un antojo.
Me reí de él en mi mente. Entonces tomo diez, porque no compartiré.
Oh! Bueno, será mejor que tomes más de diez porque no quiero compartir tampoco.
¡Muy bien! ¡Lo haré!
Escuché su risa. Tomas un par de tiras de carne seca, por favor, linda, ¿por favor?
Por supuesto, mi amor.
Lo hice y tomé un par de bollos de miel, junto con algunas galletas y Gatorades, también. Mis brazos estaban cargados cuando llegué al mostrador. El asistente tenía su ceja alzada pensando que era una broma, me aclaré la garganta a modo de disculpa. Pasó todo con disgusto y lo metió en la bolsa. Saqué la tarjeta y anoté el código.
Cuando me entregó el recibo agarré mi pedido y vi a Caleb en el exterior, donde había dejado la camioneta en la puerta. Me subí de un salto.
—Le envié un mensaje a tu padre y al mío para decirles lo que ocurría —admitió—. No quiero que se preocupen.
—Gracias —le dije con alivio—. Ni siquiera había pensado en eso —le tiré sus tiras de carne seca junto a una enorme lata de té dulce Arizona. Me reí y le señalé la lata—. ¿Ves? Es el destino ir a Arizona.
Se rio un poco, pero estaba reservado. Lancé una mirada inquisitiva —No es nada. Quiero decir… es algo, pero no se nos permite saberlo todavía. No podemos hablar del futuro en este momento, ¿te acuerdas? No debes saber nada hasta la boda.
Sonreí con buen humor y mordisqueé mi bollo de miel como él que se comió dos largas tiras de carne seca. 
Alrededor de una hora más tarde se retiró a un lado de la carretera. Vi en su mente que quería dormir. —¿Dormiremos aquí?
—No hay hoteles, nena.
—Lo sé… pero…
Me dio una sonrisa simpática. —Lo sé, pero no verlos en la oscuridad. Dormiremos aquí.  Todavía no estamos en el valle, por lo que puede que haya un poco de tráfico, pero no se deberían meter con nosotros. A primera hora de la mañana, nos levantaremos e iremos a encontrarlos.
—Nadie se mete con nosotros, ¿eh? Alguna vez has visto The Hils Have Eyes? The Chainsaw Massacre? ¡Psicópatas!
Él se echó a reír. —Sí, pero voy a asesinar a cualquiera que se acerque a ti, ¿me oyes? —asentí con una sonrisa—. Confías en mi ¿verdad?
—Por supuesto.
Tomó las llaves y salió, luego saltó al asiento trasero. Cerró las puertas y me hizo señas con sus dedos. Me subí encima de la consola central y cuando iba a pasar mi Converse se resbaló en el cuero. Me caí, riendo, en su regazo.
Él se rio entre dientes, su  risa ronca y divertida, me ayudó a levantarme solo para ponerme en su regazo a horcajadas sobre él. Sonrió y se inclinó para quitarme los zapatos de uno en uno. Despacio. Los dejó caer con un ruido sordo a la tarima de la SUV, mientras no me quitaba los ojos de encima, quitó mis calcetines también.
Dejé de reír ante ese gesto tan íntimo.
Una parte de mí que había descubierto hacía horas, estaba tan en sintonía con el cuerpo de Caleb y con cada movimiento, estaba completamente despierto ahora. Empujó mi sudadera afuera de mi cabeza. Entendí por qué el empleado de la tienda había sido tan raro. Probablemente pensó que iba a robarle o algo así. Caleb alisó mi pelo hacia atrás y dejó que sus dedos apenas rozaran mi cuello. Trague saliva.
—¿Estás segura que quieres dormir aquí? —preguntó con voz baja—. Podríamos estar en la parte trasera, si quieres, pero…
—No —dije. Sentí que mis ojos se agrandaban al tono áspero de mi voz. Se dio cuenta también y chupó su labio. Lo miré—. Quiero quedarme aquí.
—Está bien. Lo que quieras.
Apoyé la cabeza en su cuello. Inhalé y exhalé con fuerza. Olía increíble. El olor me causó problemas físicos. Mi cuerpo se estaba replanteando algunas cosas. Quería a Caleb con todos mis sentidos y se me estaba haciendo difícil para mantener la cabeza en su sitio. Pronto nos íbamos a casar, ¿no? Eso era un hecho, pero quería mantener la tradición de los Aces. Y yo quería mantener la tradición. No era religión o algo pasado de moda o padres encima, o cualquier otra cosa. Era sólo mi decisión. Pero a medida que sentía los dedos de Caleb en la parte superior de mi mano, me estremecí tan solo con ese pequeño toque, porque yo estaba tan conectada y en sintonía con él.
Mi corazón agitado, mis pulmones me hicieron señas para tomar otra bocanada de él, mis dedos se cerraron en su camisa sin darme cuenta.
Apoyó la cabeza contra la mía. —Bienvenida a mi mundo, Maggie.
Suspiré. —No puedo creer que haya sido así para ti todo el tiempo.
—Créelo —rio entre dientes, el movimiento de su risa agitó su pecho y lo hice con él—. Es el cielo y el infierno.
Encendió la radio y comenzó a sonar I Belong by Switchfoot.
Me incorporé un poco y le miré la cara. —Vamos a encontrarlos, ¿verdad?
Él me tomó la cara y prometió: —No vamos a parar hasta que los encontremos.
Me lamí los labios. —Gracias por ser tan… tú.
Sonrió. No una sonrisita, sino que una sonrisa real y llena de amor que era solo para mí. Se inclinó para besarme y se retiró después de una pequeña pausa. Se lamió el labio inferior. —Lo sé —me quejé.
—Sabes a bollos de miel.
—Cariño —me dijo, con ojos entornados y oscuros—. Siempre tengo gusto a bollos de miel.
Y luego se fue a con todo.
Ambos gemimos al mismo tiempo, y ambos con la boca abierta, me quedé sin aliento mientras él respiraba rápido. Puse mis brazos alrededor de su cuello mientras me atrajo hacia sí con las manos en mis caderas.
Y luego, poco a poco se alejó de mis caderas y me agarró el trasero levantándome aún más. Di un grito ahogado —en un buen sentido—, y me encantó que un hubiese pedido permiso. Esta fue la primera vez. Una buena primera vez. Era de Caleb y él era mío. No tenía intención de pedir permiso tampoco, así que cuando sentí su aliento cada vez que me levanté de él, no dejé de hacerlo.
Las ventanas comenzaron a temblar y a sacudirse al sentir mi descontrol, pero lo ignoramos.
Pronto, tiró mi caliente sudadera y la arrojó en el asiento de al lado. Sólo llevaba una camisa blanca debajo y el aire fresco me hizo temblar, dejándome la piel de gallina. Me tomó la mano y besó las yemas de los dedos, y luego la parte interior de la muñeca, y luego el interior de mi codo.
Cerré mis ojos, mis labios se separaron sin darme cuenta.
Él siguió su camino, y finalmente llegó a mi hombro desnudo. Tiró de la gruesa tira de mi sostén y me besó allí, también. Cuando mordió la carne, no tan suavemente, casi me dejé de creer que yo era su primera novia, porque era demasiado bueno en esto. Pero su cuerpo impreso me conocía por dentro y por fuera. Sabía exactamente lo que debía hacer para volverme loca.
Así que lo empujé para ver si podía hacer lo mismo con él.
Como por instinto, me incliné hacia delante para mordisquear debajo de su barbilla. Era gruesa y áspera, pero de una manera muy buena. Apoyó la cabeza en el asiento y dejó escapar un gemido ahogado mientras sus manos agarraban con fuerza.
—Demonios, Maggie —repitió lo mismo de antes.
¿Por qué fue tan caliente cuando habló así?

Cambié mi atención a su oído y él hizo un nuevo ruido que nunca había oído antes. Me impulsó, me estimuló. Así que tomé su oreja con mi boca y la mordí suavemente. El ruido se había más que duplicado para entonces. Me sentía poderosa. Por una vez en mi vida, me sentí como si estuviera fuera de control de la forma más controlada, sonreí contra su piel.



Capítulo 4.
Caleb.


Ella estaba haciendo algo con su lengua. No podría soportar otro segundo así. Estaba a punto de perder todos mis sentidos. Moví mi cara para apoyarla con la suya una vez más y luego su lengua era mía nuevamente. Pero eso fue peor. Oh, hombre, mucho peor.
Eso fue más allá de lo que era, o besar… o como lo quieras etiquetar. Y mi cuerpo cantaba por ello. Pero ella estaba molesta por su amiga, y su cuerpo se había calmado lo suficiente de ese drama, y comenzó a sentir la necesidad de estar conmigo, con fuerza. Esto no estaba bien. No debía dejar que hiciera eso.
Me dolía, pero di un último tirón a su boca y luego la solté. La agarré en mis manos, con su boca cerca. Comencé a hablar de inmediato para que no sintiera rechazo.  —Nena, estás en línea. En una muy fina, y estamos encima de ella en estos momentos. Si la cruzamos, no seré capaz de volver. Te sientes tan bien. Tu cuerpo, tus labios, tu piel…, todo de ti. Me estoy ahogando. Así que, por favor, tenemos que alejarnos un minuto.
Ella titubeó y respiré apenas esperando por sus palabras. —¿Y si no quiero parar? —preguntó sin aliento.
Mi corazón latió deprisa. —Maggie…
—Lo sé —apretó los ojos con fuerza. La guerra que luchaba en su interior la sentía también. Prácticamente se podía sentir en el aire—. Siempre he pensado en esperar. Y tú también lo crees. Es que… me siento… nos vamos a casar, ¿no? Esto no es un amor de adolescentes. que me voy a casar contigo, así que no creo que importe si los dos nos queremos.
Me quedé mirándola. Era todo lo que podía hacer mi mente embrollada. Entonces finalmente dije: —Es demasiado para ti en este momento. Con tu cuerpo… reaccionando a la impresión demasiado fuerte y con lo de tu amiga y lo que pasó en Londres. Sólo creo que deberíamos esperar. Mi problema número uno  es el lugar, el hecho de que estamos en las montañas, buscando a tu amiga perdida, y estamos en el asiento trasero de la SUV de mi tío. Me niego a ser un adolescente cliché —traté de sonreír, pero ella parecía triste—. Nena, no quiero esto para nuestra primera vez.
—No, yo tampoco —suspiró—. Así que el tirano[5] me protege… ¿de mi misma? —me preguntó en voz baja.
—Eso parece —me reí. Presioné mi nariz a la de ella y exhalé. Pero si ella estaba lista para más, iba a probar—. Pero hay muchas cosas que podemos hacer, un montón de cosas se sitúan por sobre la línea —sus ansiosos ojos vidriosos me estaban envolviendo con fuerza, una vez más.
—Muéstrame —demandó ella con impaciencia y me besó de nuevo, sus labios suaves pero exigentes.
Y lo hice. Mis dedos se clavaron en la carne que une su trasero con sus muslos, y le mostré exactamente lo que quería decir. Moví un poco la tira de su camiseta, inocentemente, un poco hacia abajo por su brazo, y como había fusionado nuestras mentes me di cuenta de lo fácil que  era. Maggie confiaba en mí con cada centímetro y cada parte de ella, y era algo muy satisfactorio.
Un largo rato después, ella se acurrucó en mi pecho, como un pequeño gatito ronroneando satisfecho. Dejé que mis dedos se enredaran en el pelo para frotar su cabello. Pensé que se iría a dormir… después de esto… pero todavía estaba despierta. Empecé a preocuparme y me fui a explorar su mente para asegurarme de que ella no estaba molesta, que no pensaba en que había ido demasiado lejos. Pero cuando la encontré repitiendo todo en su mente como una película de ensueño nebuloso, supe que no era eso.
Había dejado atrás todo lo de Beck por un tiempo, y eso es lo que había querido. Misión cumplida. Sonreí. Misión cumplida. Sonreí con suficiencia y satisfactoriamente. Un golpecito en la ventana nos hizo dar un salto. Maggie se cubría los brazos y el pecho siendo que aún llevaba toda su ropa, tal y como había estado todo el tiempo.
Suspiré y bajé la ventanilla cuando vi las luces azules intermitentes. —¿Oficial?
—Muchacho, tienes que saber que el estacionamiento o estar haciéndolo[6] no se permite, especialmente a esta hora de la noche.
—Estamos tratando de conciliar el sueño, no haciéndolo. Estamos en un viaje de carretera.
—¿Es eso cierto? —dijo lentamente y tocó la ventana con su linterna—. Las ventanas empañadas están de acuerdo.
Maggie apenas resopló. Lo miré y sentí el disgusto en mi cara. —Está bien, puede que hubiésemos estado haciendo algo, pero ahora, estamos durmiendo. Iremos al valle mañana.
—¿Para qué?
—Nuestros amigos vinieron aquí y se perdieron.
Su frente se juntó. —¿Te refieres a los dos chicos por los que suspendieron la búsqueda?
—Sí, señor.
Él hizo una mueca. —Sé que es triste que les ocurriera esto a sus amigos, pero los accidentes ocurren a veces. No los pararé, pero creo que es mejor que vayan a casa y estén con sus familias. No encontrarán a los chicos por aquí. Recorrimos todas las superficies.
Maggie tomó la palabra. —Y les doy las gracias por buscar, pero siempre me preguntaré por ellos si no lo hacemos nosotros, al menos, buscarlos solo una vez.
Él asintió con la cabeza. —Voy a estar subiendo y bajando por la carretera durante toda la noche —señaló—, duerman. No más hanky panky[7].
—Sí, señor —dije y reí en silencio al ver las mejillas sonrosadas de Maggie.
Él se fue y yo no pude evitar la risa que se me escapó. Ella me dio una mirada enfurruñada y empujó mi pecho juguetonamente. —No es gracioso.
—Oh, es muy gracioso.
—Oh, Dios mío —gimió susurrando—. Es embarazoso.
—¿Estás bien? —pregunté pero sonreí—. Con todo.
—¿Quieres decir… todo? —dijo tímidamente y sonrió también.
—Exactamente.
—Estoy perfecta —susurró—. Estoy mejor que perfecta. Sé que estaba un poco loca antes. Lo siento. Me sentí un poco fuera de control, y tienes razón, me siento tan extraña con todo y esta cosa de mi cuerpo… solo te quiere a ti —ella negó con su cabeza—. Gracias por no aprovecharte, por saber que solo habla mi cuerpo, y por comprender que soy una chica a veces.
Me reí entre dientes. —Me encanta que seas una chica —ella me sonrió y esperó, sabiendo que tenía más que decir—. Sé que la fuerza que tienen nuestros cuerpos es una locura, pero mi primera prioridad es protegerte. Nunca te haré daño de ninguna manera.
—Lo sé —sonrió, pensando en lo que había pasado esta noche—. Me gusta por estar sobre la línea contigo, para que sepas.
Gruñí mis palabras: —Oh, vamos a estar por sobre la línea pronto. Es un hecho.
Ella rio y hombre, era sexy. —Caleb Maxwell —negó con la cabeza.
—Maggie Camille —susurré y dejé que se acomodara una vez más. Esta vez, nos dormimos.

Me desperté con un dolor en mi cuello. Moví mis manos para encontrar a Maggie debajo de ellos, todavía en mi regazo. Ella levantó la cara y sonrió antes de levantar los brazos por sobre su cabeza y estirarlos.
Demonios…
Tomé sus caderas a través de la fina camiseta y la observé mientras miraba alrededor. Y vi el cambio en su expresión. Vio donde estábamos y recordó lo que debíamos hacer allí. El resplandor había terminado, pero estaba bien. Era hora de ponerse a trabajar.
La levanté  de mi regazo y la puse a un lado para ayudarla a poner sus calcetines y zapatos. Ella me miró, mordiéndose la uña del pulgar y sonrió suavemente hasta que terminé. —¿Lista? —pregunté, sabiendo la respuesta.
—Lista.
Nos acomodamos y corrimos con la camioneta hacia el valle. Me dio un palito de carne  y un bollo de miel. Tenía los ojos bien abiertos mirando las colinas.
Las horas pasaron mientras manejábamos. El terreno estaba empezando a ser raro, incluso en la carretera. Las cabañas a las que se estaba dirigiendo Ralph estaban en medio del valle y la montaña. El SUV había manejado muy bien, pero tuve que prestar una especial atención a la delgada carretera, que no me dejó mirar alrededor por mucho tiempo. Incluso yo empezaba a desanimarme.
Pero se vimos el coche de Ralph, Maggie lo había logrado.
Hice chillar el coche al frenar y Maggie estaba fuera de este antes  que yo, que lo dejé a duras penas. Gruñí: —Maggie.
Sabía que estaba preocupada, pero estaba loca si pensaba que iba a dejar que se hiciera daño a sí misma.
Corrió y salté para seguirla. Abrió la puerta del pasajero y arrugó su cara cuando no encontró a nadie allí. La alcancé y puse mis brazos alrededor de ella, por detrás, para evitar que corriera. —Sabíamos que habían abandonado el coche. Tenemos que ir más adentro.
—Solo pensé que tal vez… habían tratado de volver.
—No vamos a dejar de buscarlos —le prometí—. Venga, vamos.
Se removió y me puso de espaldas al asiento del copiloto de la camioneta. El tirano que había en mi estaba saliendo. Tomé respiraciones profundas mientras corría de nuevo a mi lado del auto y me subí a él. Rodee el coche de Ralph y salté mientras conducía de nuevo por la carretera. Maggie estaba tranquila y eso estaba bien. Encendí la radio nuevamente y tomé su mano mientras seguíamos buscando.
Ella apretó mis dedos en silencioso agradecimiento. Se inclinó hacían adelante sobre sus codos y dejó que sus ojos recorrieran el terrenos y los árboles. Oí el tono de mi teléfono y lo saqué de mi bolsillo delantero. Estaba haciéndome saber que el teléfono tenía cobertura nuevamente.
Bien.
Teníamos que tener cuidado o acabaríamos perdidos nosotros mismos. Al menos les había dicho a nuestros padres donde estábamos. Y ni siquiera había revisado los mensajes de texto que me habían enviado. Estaba seguro que no eran nada agradables, especialmente los de Jim, pero era el campeón de mi clan ahora. No era como si necesitara el permiso de alguien para ir con la visionaria en una búsqueda entorno a una visión.
Me estremecí pensando en Jim. El hombre ya luchaba como yo. Estaba seguro de que no había en esta situación. Pero Maggie era lo que más me importaba. Estar molesto con mi suegro no era algo importante.
Miré hacia ella. Estaba tan concentrada que ni siquiera estaba prestando atención a lo que ocurría. No tenía idea de lo que había planeado para la casa que iba a ser su regalo de bodas. Iba en contra de todo lo que habían hecho los virtuosos antes. Estaba seguro que mi familia estaría molesta y consternada, pero la una cosa que Maggie me había enseñado era hacer lo correcto para mí, ahora por nosotros.
Sabía exactamente lo que iba a hacer, que era sólo una manera de ejecutar el plan sin cabezas rodando era difícil.
Por la tarde tuve que volver a llenar el estanque. Era lo último que nos quedaba y odiaba tener que hacerlo, pero tuve que decirle que si no los encontrábamos mañana, teníamos que volver a casa. Ella asintió con la cabeza comprendiéndolo, pero se frustró. Había conseguido una visión de Beck, ¿por qué no podíamos encontrarla?
Salimos y caminamos por un tiempo. Ella llamaba a Beck y yo a Ralph. Buscamos alrededor del bosque y en algún lugar en el que las personas quisieran esconderse… o en este caso, quedarse dormidos por el cansancio y el hambre.
Cuando llegó la noche, tomé a Maggie mientras iba de regreso al coche, ella lloraba en voz baja. Se sentía fracasada y no tenía idea de que debía decirle. Su capacidad de tener visiones, ¿por qué iba a tener una visión de Beck sólo para no encontrarla?
Esta vez nos tumbamos sobre nuestra espalda cuando bajé los asientos. Me apoyé mi  sudadera con capucha y me recosté, mientras le hacía señas para que se uniera a mí. Ella frotó su cara contra mi cuello, confortándose, pero también ocultándose. Suspiré mientras le acariciaba el cabello, pero no dije nada. Me estaba muriendo de hambre. Las tiras de carne seca se habían acabado y quería guardas las bebidas y la comida para cuando encontráramos a Beck y Ralph, pero mientras más buscábamos no los encontrábamos.
Pero vi lo que ella vio. La visión se estrelló contra ella con la suficiente fuerza para chocar sobre su espalda. Se incorporó y vio la cueva en su mente. Ella empezó a ir y supe que estaba siendo dirigida por alguna otra fuerza, al igual que antes. No le dije nada. La seguía de cerca mientras ella corría.
Empecé a preocuparme cuando ya pasaron diez minutos, y ella todavía caminaba. Comenzó a tropezar con rocas y otras cosas. —Maggie —me quejé pero siguió su camino.
—No puedo parar —dijo en voz baja y luego se quedó sin aliento cuando su cuerpo se volvió fuertemente hacia la derecha. Y luego cuando estábamos mirando hacia la derecha, uno zapato de color rojo brillante se asomó por una pequeña cueva. Los dos corrimos a él.
—Beck —Maggie suspiró mientras se arrodillaba frente a sus amigos—. Ralph —ladró y movió su brazo—. Beck —su mano tocó la mejilla de su amiga y la acarició suavemente.
Cuando los ojos de Beck se abrieron, suspiré y agradecí. Maggie no chilló, rio o dijo nada. Ella simplemente levantó la cabeza de Beck para que descansara sobre sus rodillas. Y entonces ella le dijo una y otra vez que todo iba a estar bien, que ellos estaban bien ahora, que los llevaríamos a casa.
Le dije a Maggie en nuestras mentes que iba a buscar el coche, y corrí todo el camino hacia él. Los golpes y baches en la SUV me tenían encogiéndome, cuando salté sobre unas rocas, colinas, y matorrales para volver con ellos, pero pediría disculpas al Tío Ken más tarde.
Un millón de cosas malas pasaron por mi cabeza mientras cerré el coche en una parada y salí para ir con Maggie. ¿Estaba Ralph vivo? Y la visión de Maggie…  ella solo los mostró con vida, nunca dijo que lograrían sobrevivir. Y si los amigos de Maggie no lo hacían, solo podía imaginar la cantidad de culpa que tendría ella en su vida.
Empujé a un lado todos mis pensamientos y me arrodillé junto a Maggie. Estaba exactamente como la dejé y cuando toqué su brazo para llamarle la atención, se estremeció un poco. —Bebé, dámela —le dije. Ella tragó saliva—. Quiero llevarla.
Asintió con la cabeza y me dejó levantar a Beck en mis brazos y corrí lo más rápido que pude al asiento trasero. La acosté suavemente, colocando sus piernas en el asiento trasero antes de correr a la escotilla de atrás y dejándola abierta. Volví con Maggie, y vi su cara húmeda mientras acariciaba el cabello de Ralph.
Demonios.
—Está vivo —dijo para detener mis pensamientos—. Apenas.
Retrocedió y puse al chico sobre mi hombro. El tipo era un maldito tanque. Gruñí todo el camino  y lo puse tan suavemente como pude en la parte posterior. Maggie se subió a la parte de atrás también. No me sorprendió. Ella inmediatamente comenzó a abrir una botella de agua y trató de verter un poco en su boca.
Ve si puedes hacer beber a Beck, Caleb. Por favor.
Abrí la puerta de mi lado y miré la cara de Beck. Cogí una de las botellas y vi sus ojos abiertos. Trató de sentarse, así que le ayudé. Bebió y bebió y bebió. Se limpió la boca con el dorso de su temblorosa mano y preguntó dónde estaba Ralph. Señalé a Maggie a su espalda.
Eso debe haber sido lo que estaba esperando, porque cuando vio a Ralph tomar pequeños sorbos de la botella de Maggie, ella lo perdió. Se agarró de mi brazo para no caerse y se sacudió por los sollozos. Me deslicé en el borde del asiento y puse un brazo alrededor de ella. Me alegré de que Maggie estuviera demasiado centrada para estar leyendo su mente en ese momento. No quiero vivir el infierno que habían vivido. Estaba seguro que no era más que un infierno.
Ella lloró, pero no había lágrimas en mi camisa. No tenía nada en su sistema para producirlas. Cerré los ojos agradeciendo que los encontráramos, y al parecer, justo a tiempo. Estaban a salvo ahora, y Maggie ahora estaba a salvo de su propia culpa… espero.
Beck se volvió una vez más por encima de mi hombro y miró por un segundo antes de inclinarse hacia adelante y susurrándome: —¿Me imaginé la luz brillante cuando nos encontraron?
Mierda. —Fue una linterna —dije.
—No —insistió y negó con la cabeza. Me dio una mirada diciendo “no me jodas”—. No lo era.
Doble mierda. ¿Cómo iba a explicar las cintas de energía que regalaba Maggie a los humanos? Así que tomé el camino cobarde y cambié de tema. —Debes acostarte de nuevo —me moví para acostarla suavemente. Suspiró, haciéndome saber que sabía que algo estaba pasando y sabía que estaba jugando con ella—. Entonces, ¿qué pasó?
Su labio empezó a temblar. Me arrodillé y puse una mano en su cabeza con esperanza de ofrecer consuelo. Sentí un pequeño pinchazo a través de mi brazo. Me di cuenta que mi cuerpo me advirtió que esta chica no me pertenecía a mí y no se suponía que debía tocarla. Ella no era Maggie. Empujé mis pensamientos y traté de mantener mi distancia con la mejor amiga de Maggie. Empezó lento: —Nos quedamos sin gasolina. Pero Ralph acababa de llenarlo alrededor de una hora antes, así que sabía que algo estaba mal. El medidor dijo que estaba vacío, pero no era posible. Nuestros celulares no funcionaron. Esperamos y esperamos y luego decidimos tratar de encontrar a alguien o a algo cuando llegó la noche y… y no conocíamos a nadie que pudiera venir por nosotros. Pero luego nos perdimos y no pudimos encontrar el coche de nuevo.
—Está bien —la tranquilicé, pero bajo mi respiración estaba maldiciendo a Marcus. Sabía que tenía que ver algo con esto. Lo sabía—. Shh, duerme, ¿de acuerdo?
Ella asintió con la cabeza y dejó salir el aliento que mostró lo agotada que estaba.
—Cariño —llamé en voz baja a Maggie antes de rodear y sentarme en la cajuela—. ¿Cómo está?
—Se bebió la botella entera —sonrió con alivio—. Creo que va a estar bien.
—Está bien, bueno… —odiaba lo que iba a decir—. No podremos llevarlos a un hospital… o casa, ya lo sabes, ¿verdad?
Suspiró y asintió. —Lo sé. Los Watson no pueden saber que están vivos.
—Vamos a encontrar un hotel en la ciudad y luego nos vamos a mi casa mañana. Ahí pensaremos que hacer.
—¿Vas a estar bien con todo esto? ¿Todos nosotros invadiendo tu espacio? —se mordió su labio—. Quiero decir, nunca he estado allí.
—¿Estas bromeando? Por supuesto que estoy bien con esto. Me gustaría tenerte allí sola, pero… —incluso yo había oído mi voz ronca. Se escabulló debajo de la cabeza de Ralph, para salir y vi su espalda. La ayudé a bajar y envolví mis brazos a su alrededor—. Tú en mi casa es lo que he deseado desde el comienzo.
—Gracias —susurró. Sentí la sacudida de su cuerpo mientras trataba de evitar un sollozo. Estaba rompiendo mi corazón otra vez—, por ser tan dulce con mis amigos.
—Por supuesto, cariño. Por supuesto —puse la mano detrás de su cabeza y la atraje hacia mí. Ella trató de detenerme.
—No, Caleb, voy a empezar a llorar otra vez. Vamos a ir-
—La resistencia es inútil —ella luchó contra una sonrisa y me miró. Sonreí y le hice señas con mis dedos—. Ven acá.
Suspiró dramáticamente, peros sus dedos dijeron la verdad cuando agarró mi espalda y apoyó la mejilla en mi pecho. Sabía que teníamos cosas que hacer, pero necesitaba esto ahora mismo. Necesitaba mi toque para calmarse, para que pudiera sentir que estaba allí con su amiga. Peiné su cabello con mis dedos antes de tirar de la capucha de mi sudadera que aún llevaba sobre su cabeza. —Hace frío. Está bien, vamos. ¿Estás bien?
—Voy a estar viendo cuando estos dos estén a salvo de nuevo —cerró los ojos con fuerza—. Estuvieron a punto de morir. Pensé que estaba muerta.
—Encontraremos a Marcus, no te preocupes por eso —le prometí y sentí el estruendo ir a través de mi pecho—. Y cuando lo hagamos, voy a terminar con esto, como debí haber hecho hace tiempo.
Levantó la vista hacia mí. Esperaba que estuviera horrorizada, pero ella asintió. —Voy a estar a tu lado.
No discutí o asentí. Acababa de tomar su barbilla entre el pulgar y mis dedos y la besé una vez. Entonces señalé el coche con la cabeza y me subí al asiento del conductor para encontrar un hotel para pasar la noche.
No podía decirle a nadie que los habíamos encontrado o que ellos estaban vivos. Todavía no. Eso apestaba, me dije recordando la cara de la mamá de Beck. Ella merecía saber la verdad, pero por ahora, era un pequeño secreto que debíamos guardar.
Salí dando la vuelta, vi a Maggie apretar la mano de Beck y luego tomar su sudadera y ponerla sobre el torso de su amiga. Puse la calefacción al máximo y traté de no pensar en el frío que Maggie sentiría con su camiseta.
Pero cuando Maggie finalmente se inclinó para poner su cabeza en mi hombro y se quedó dormida, sabía que estaba terminado. La noche había terminado, y mi Maggie estaba cansada. Su don había salvado a sus amigos.
Sólo esperaba que pudiéramos hacer pasar las cintas azules como una alucinación. Si no, bueno, íbamos a tener un problema.

Capítulo 5.
Maggie.

Beck estaba tratando de respirar. Se apoyó con fuerza en mí, como lo estábamos haciendo desde hace poco, por las escaleras a nuestra habitación del hotel. Caleb arrastraba a Ralph detrás de nosotras, de una manera muy similar.
Ellos estaban mejor después de comer galletas y tomar algunas Gatorade, solo estaban cansados.
No podían ir a un hospital. No sabíamos cuan entrometidos estaban los Watson en esto. Pero sin duda, fueron responsables. Caleb y yo lo sabíamos en nuestro interior.
Y no estábamos tomando ningún riesgo.
Así que les trasladamos al hotel y los examinamos con cuidado para asegurarnos de que estaban bien. Estaban hablando y caminando… más o menos. Así que asumimos que debían descansar mucho. Los metimos directamente en la cama. No importó que ambos estuvieran sucios.
Estaban dormidos un minuto después. Pero, ¿cuál fue la cosa dulce de todo esto? Ralph buscó a Beck con sus manos, hasta que la encontró en las sábanas y cuando lo hizo, se acomodó con todo su cuerpo para tirar de ella hacia su pecho. Sentí todo su alivio, simplemente me golpeó como un manotazo, mientras veía a mis dos mejores amigos aferrarse el uno al otro mientras dormían. Sentí que mis ojos se cerraban.
Entonces los brazos de Caleb estaban a mí alrededor desde atrás. Él movió mi corto pelo fuera de su camino, y besó la parte de atrás de mi cuello. —Se acabó, nena —susurró, moviendo los labios contra mi piel con cada una de sus palabras—. Los encontraste. Lo hiciste bien.
Asentí con la cabeza y me volví hacia él. Me llevó derecho a la cama, con nuestra ropa puesta y todo, y en las sábanas. Le di una patada a mis zapatos como él hizo con los suyos. Subió conmigo y me envolvió como Ralph lo había hecho con Beck.
Ella estaba a salvo, él estaba a salvo. Suspiré contra el pecho de Caleb y me dormí.

Me despertó el sonido de la ducha. Me levanté al sentir que estaba sola en la cama. Beck y Ralph todavía estaban acostados en la otra cama. Mas desparramados que muertos. Sonreí.
Ellos estaban a salvo.
Me desperté con las mantas hasta la barbilla y con una calidez poco natural en la habitación. Nunca apagamos la calefacción cuando llegamos anoche. Tire la manta y me fui a apagarlo, encendí el aire acondicionado para que saliera aquel ambiente caluroso y para que fuera más fácil de respirar. El vapor del agua que brotaba por debajo de la puerta no estaba ayudando con esto.
Revisé la respiración de Rebecca y la de Ralph –ridículo, lo sé- y luego me detuve en la puerta del baño. Pensé en llamar. Pensé en que apenas estaba solo a unos centímetros.
Con mi mano puesta en el pomo de latón antiguo, recordé cuando estuve en la línea con él. Sentí que mis mejillas rosadas con placer y el rubor, también. No podía mentir acerca de eso. Todo era tan nuevo, pero tan bienvenido, y mi cuerpo estaba calmado y acogedor.
Así que me decidí. Llamé a la puerta con suavidad, pero la abrí sin esperar respuesta. Le oí decir: —Hey.
—Hey. ¿No podías dormir? —fui al espejo y lo sequé con una toalla de mano.
—Nah. Papá me envió un mensaje y me despertó. Él es… un poco molesto.
El vidrio empañado oscurecía mi punto de vista lo suficiente para que mirarlo atrás de la cortina. Me di cuenta de que se había lavado el cabello. —¿Para qué?
—Bueno, al parecer, correr con la Visionaria en las montañas, solos, no es lo que debía hacer el campeón de nuestro clan —su voz era burlona. Estaba enfadado con su padre, también. Odiaba eso. Salté sobre el mostrador.
—Lo siento. Lo hiciste por mí.
—No me estoy quejando. Simplemente no puede entender a veces, sobre todo a través del teléfono, que no soy un niño de quince años, que necesita tener reglas todo el tiempo. No fuimos a escondidas escapándonos, estábamos rescatando a tus amigos.
—Lo siento —murmuré de nuevo.
Asomó la cabeza por la cortina de la ducha. —No lo hagas. Eres la  Visionario freak. Puedes hacer lo que quieras —sonrió—. Por cierto —comenzó y cerró la cortina para terminar—, sólo hay dos cepillos de dientes. ¿Quieres que compartamos uno, y ellos pueden compartir el otro?
¿Compartir un cepillo de dientes con él? Nunca había pensado en eso antes. ¿Las personas casadas comparten cepillos de dientes con normalidad? Su voz burlona atravesó el ruido de la cascada de agua. —No es más que eso, cariño —asomó la cabeza una vez más—. Mi lengua ha estado en tu boca. Tu lengua ha estado en la mía. Nosotros ya hemos compartido fluidos. No es una gran cosa.
—Lo sé —dije y me burlé como si no hubiera estado preocupada—. Yo sé eso —él se rio y cerró la cortina una vez más. Luego quité el sueño y la mugre de mascara de pestañas de debajo de mis ojos—. ¿Y cuál es el plan para hoy?
—Saldremos tan pronto como ellos estén listos y nos dirigiremos de vuelta a mi casa. Ellos esperan vernos ahí. Esperan que vayamos a mi apartamento. Vamos a escabullirnos de ellos y luego averiguaremos lo que haremos a partir de allí. No sé hasta dónde va su plan. Si ellos nos están viendo o simplemente están jugando con nosotros, ¿sabes?
Me quejé. —¿Cuándo van a prender que no se deben meter con los Jacobson?
Se rio de nuevo y entonces el agua se apagó. —¿Puedes darme una toalla, nena?
Cogí una y se la tiré encima. Salió un segundo más tarde, goteando y sonriendo mientras me miraba. Estaba esperando que me asustara como lo había hecho en el palacio.
Pero algo había cambiado de mí. Mi cuerpo se estaba apoderando de una manera nueva. Yo no estaba a la defensiva. Yo estaba esperando. Y sería mejor verlo o él iba a conseguir abordarlo.
Me acerqué a él por el suelo húmedo y froté la estrella que tenía en el hueco del hombro con el pulgar. —¿Para qué es esto?
Él le echó un vistazo atrás hacia mí. —Uh… ¿rebelión? —sonrió—. Quería tener más tatuajes, igualando a la luna entera y la filigrana[8] de nuestra familia. Papá no estaba contento con eso. Aunque mi propio cuerpo puso el tatuaje en mí —se frotó la muñeca—. Oh, bueno. Él lo supero. Mamá estaba de mi lado con eso. Él no pelea con mamá por mucho tiempo.
—Lo apuesto —le dije y reí al recordar la manera en la que Peter la golpeo en la espalda en la casa de la playa—. Estoy segura de que tu madre puede ser persuasiva.
Él asintió hacia la ducha. —¿Vas a entrar?
Asentí con la cabeza. —Dejé el cepillo de dientes en el lavabo.
Una vez más, si él pensaba que me acobardaría y le diría que se largara, iba a estar equivocado. Me saqué la camiseta mientras caminaba a la ducha y luego el resto, después de cerrar la puerta, arrojándolos por la parte superior. Lo miré por el rabillo del ojo y él se quedó ahí por un largo tiempo. Estaba pensando en el cambio que había en mí. Él en realidad no lo entendía; por qué la imprimación de repente estaba decidida a… lo que estuviera tratando de hacer. Pero estaba intrigado. Estaba pensando en nuestra noche de bodas. Acerca del miedo y lo nervioso que se sentiría. Estaba sorprendido, en una buena manera, acerca de lo que había ocurrido la noche anterior.
Él quería que avanzáramos. Siempre avanzando.
Nuestros cuerpos estaban sintonizados, se aseguró a la idea de estar completamente a gusto y satisfecho. Había estado tan envuelta con todo lo de la Visionaria que había peleado para que todo saliera de alguna manera, y cuando todo parecía desvanecerse a una cosa manejable, mi cuerpo decía: “Uh, oh, estamos de vuelta”.
Sonreí y asomé mi cabeza por la puerta de la ducha al igual que él lo había hecho. —No creo eso, cariño —repetí de nuevo y levanté mis cejas hacía él antes de cerrar la puerta. Se rió y me oyó girar el agua del grifo. Pronto estaba lista y poniendo nuevamente aquellas sucias ropas.
Tan pronto como abrí la puerta del baño, Caleb miró como me movía a la ventana. —¿Todo va bien?
Asentí con la cabeza. Se acercó a mí lentamente y puso su brazo alrededor de mi espalda. Su rostro estaba a centímetros del mío y la forma en la que me miraba hizo que mi respiración se agitase. Empezó suave, no en un susurro.
—Me alegro de que no estés nerviosa. Me alegro de que estés lista —no me sonrojé. ¡Yay, punto para mí! Sonreí para animarlo. Debí haberlo hecho, porque él tomó mi cara—. La última cosa que quería era asustarte. Me lo esperaba —admitió—, pero no lo quería. Así que saber que estás tan lista como yo… —gruñó y su agarre se apretó un poco—. Eso me hace muy feliz.
—Nunca podría tener miedo de ti —me di cuenta. Y eso fue todo, ¿no? ¿Eso era lo que había cambiado? Finalmente llegué a la conclusión de que Caleb nunca, jamás me haría daño bajo ninguna circunstancia y se había arriesgado a sí mismo una y otra vez para demostrarlo. En Londres, el infierno que pasamos no era más que otro peldaño en nuestro camino.
Asintió con la cabeza a todo lo que oyó en mi mente. —Estoy tan contento por lo ocurrido —su sonrisa era puramente masculina y petulante. Era sexy y linda y afectuosa a la vez—. Estas manos —apretó ml cara para marcar su punto—, nunca habla tocado algo tan suave. Al menos eso no es lo que quieres, por supuesto —levantó su ceja mientras esperaba que asintiera, pero solamente esperó—. Estas manos nunca te dejarán, pero voy a abrazarte tan fuerte como me dejes. No puedo esperar a que seas toda mía. Me perteneces, en todos los sentidos, Maggie. Mía —asentí con la cabeza entre sus manos. Se acercó y me susurró—: Dilo.
No esperé por decirlo. —Te pertenezco —y él me pertenecía.
Sonrió abiertamente. —Tienes razón en eso, cariñín —y luego me atrajo hacia si hasta encontrarnos. Cuando su lengua se deslizó en la mía, pude probar la pasta de dientes. Me reí en su boca al escuchar su pensamiento. Él se rió entre dientes, también, y abrí los brazos su alrededor. Sus manos me acercaron más y acababa de acomodarme cuando oímos un gemido de uno de los dormidos.
Me lamí los labios mientras él se alejaba. Miré el reloj. Eran más de las once de la mañana. Me di vuelta para encontrar a Beck mirándome. Estaba pálida. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Con voz ronca dijo: —¿Fue real? ¿No era un sueño que hayas venido y nos hayas salvado?
Luché contra mis propias lágrimas. —No, fue real —me puse de rodillas y apoyé la cabeza junto a la suya en la almohada—. ¿Cómo te sientes?
—Como si conociera íntimamente la picadora de carne. [9]
Sonreí. —Lo imagino —la obstrucción en la garganta estaba muy presente—. Lo siento mucho.
—¿Qué es lo que sientes?—ella resopló y luego me fulminó—. ¿V cómo es que me has encontrado, de todas formas? Y, ¿qué Infiernos estabas haciendo en Londres con el chico universitario y por qué demonios no me lo dijiste?[10]
Me eché a reír. —Ahí estabas —ella trató de sonreírme—. Siento eso, también.
—Conseguiré las respuestas después. Ahora, debo ir a hacer pis como nadie lo ha hecho —gimió de nuevo y trato de incorporarse. Fui a ayudarle a levantarse y vi a Caleb en mi visión periférica. Estaba a los pies de la cama con los brazos cruzados, mirándonos. Sonrió cuando mis ojos se encontraron con los suyos. Beck chasqueó los dedos delante de mi cara—. ¿Hola? ¿Ayudarás a tu hermana? —me colgué su brazo encima de mi hombro—. Caray, el baño debe apestar, pero vamos.
—Cállate —reí.
La senté en el inodoro y abrí el grifo, por su petición. Entonces esperé mientras terminaba. Le pregunté si quería ducharse y me dijo que no tenía sentido sin ropa limpia. Sus ropas estaban destruidas, así que yo estaba de acuerdo. La ayudé a volver a la cama, donde Ralph estaba despierto. Suspiró al verla. Esto hizo que mi corazón se agitara.
—Becks.
—Hola, cariño —canturreó y le puso la mano en la mejilla—. Estás bien —lo observó.
—Estás bien, también —suspiró—. Dios nunca he estado tan preocupado en mi vida. La última cosa que recuerdo eras tú… y tú no despertabas. Y entonces me desperté y estabas acariciando peto y entonces... —negó con la cabeza. La atrajo hacia sí y la besó en los labios—. Te amo.
Ella sonrió, pero sus mejillas ya no estaban secas. —¿Casi tuve que morir para que me dijeras que me amas?
—Lo siento —dijo él con sinceridad.
—Te amo, también.
—Eso es todo lo que podía pensar. En que me iba a morir y nunca sabrías que he estado enamorado de ti todo este tiempo. Te he amado desde el quito grado, Becks.
Sentí que pasaban brazos a mí alrededor desde atrás. La voz resonante de Caleb estaba en mi oído mientras hablaba con ellos. —Estaremos de vuelta. Conseguiremos algo de desayuno y los dejaremos hablar.
Ellos ni siquiera miraron a nosotros. Caleb me sacó de la habitación y me llevó a La cafetería en el vestíbulo. Comencé a tomar una caja portadora de café y traté de llenar algunas tazas, pero Caleb negó con la cabeza y sólo tomé dos. Él se sentó y me trajo una enorme pila de tortitas y salchichas y se trajo una para sí.
—¿No crees que tienen hambre allá arriba? —le pregunté con curiosidad.
—Oh, tienen hambre todo el tiempo —dijo con sarcasmo.
Entendí lo que quería decir y lo pateé debajo de la mesa. —Eww.
Se echó a reír. —No puedo nacer nada si no lo veo y porque eres tan puramente inocente de corazón —no pude evitar sonreí ante eso—. Tal vez van a estar hambrientos de panqueques en un rato.
—Tú y tus insinuaciones, señor —negué con La cabeza en señal de burla—. Me pervertirás.
—Tengo esa intención —sugirió en voz baja antes de tomar un gran bocado.
Sonreí mientras comía un poco de mi salchicha y luego di un grito ahogado cuando algo frío como el hielo cayó por mi brazo. Me paré por instinto y una señora mayor estaba obviamente avergonzada. Cogió la servilleta y comenzó a secar el hago de naranja de mi brazo. —Oh, está bien. No se preocupe.
—Lo siento mucho.
—Enserio, está bien.
—¡Soy tan torpe, —exclamó—. ¡Harold! —le gritó a alguien—. Ayúdame.
El hombre –Harold supuse– se acercó y observó la situación. Yo ya estaba seca. —De verdad, estoy bien. Era sólo un poco de jugo. Está bien.
—Te dijo que lo tenía, Arlene —reprendió—. No tienes que estar alrededor, cariño.
Sonreí al cariño que le tenía hacia ella. Le palmeó el brazo y luego nos miró. —Ah, deben ser recién casados.
—No, señora —respondió Caleb y agarró mi mano—. Todavía no, pero pronto.
—Bueno, hiciste un gran movimiento aquí, muchacho —bromeó la señora. Caleb, siempre un caballero, se rio con buen humor y sonrió.
—Sí, señora. Estoy trabajando en eso.
—Mi Harold y yo —dilo cariñosamente y lo miró—, hemos estado juntos durante cuarenta y dos años.
—Guau —dije con admiración—. Eso es realmente impresionante.
—La clave es el compromiso y el amor, no importa que pase. Siempre habrá una pequeña cosa con la que deberán lidiar cuando ambos ya estén metidos en esto.
Asentí con la cabeza. Y entonces los pensamientos de su marido se dirigieron a mí mientras la miraba. Estaba preocupado por ella. Tenla algo de cáncer que incluso él en su propia mente no reveló el nombre. Traté de no fruncir el ceño o hacer mala cara, pero mi corazón se estaba rompiendo por ellos.
Y entonces me uní a la conversación que ella y Caleb habían comenzado mientras que había estado fisgoneando, sin intención. Estaba preguntando por qué pensaba que éramos recién casados. Ella sonrió y le acarició la mejilla. —Debido a que la miras en la forma en la que Harold me mira —entonces me miró—. Lo siento, se me cayó mi jugo en ti. Que tengan un buen viaje.
Harold se despidió también, y la ayudó a caminar. —Está bien, gracias —me encontré diciendo. Caleb me estaba mirando. Sabía lo que había oído en la mente del hombre. Lo saludé tristemente. —Será mejor que me acostumbre a esto, ¿no?
—Eso no significa que sea más fácil para ti —argumentó. Él los vio partir—. Ellos estaban muy bien. Y normales. Y humanos —su mirada volvió a la mía—. Normales, personas humanas que vivieron juntos y se amaron durante cuarenta y dos años. Si ellos pueden hacerlo, nosotros no tenemos absolutamente ningún problema.
—Nunca estuve preocupada por eso —lo abracé—. Nunca.
—No puedo creer lo tranquila que has tomado la boda —reflexionó—. Ya sabes, la boda probablemente será para este fin de semana —él esperó—. Mis padres y Gran están ansiosos por ello —pausa—, la van a hacer lo más pronto posible —otra pausa—, toda nuestra familia, en mi patio trasero, observándonos...
Me eché a reír. —Está bien, ahora me estás asustando...
—No puedo creerlo —dijo de nuevo y sonrió—. Creo que vamos a ver tu verdadero miedo cuando llegue el momento, delante de todo el mundo y estarás temblando en tus pies descalzos.
Me llevó de vuelta a la mesa y terminamos nuestra comida.
—Caleb, te lo dije. Mi cuerpo se siente muy diferente ahora. Estoy lista. No estaré nerviosa.
—Bien —murmuró y froté mi pie contra él por debajo de la mesa.












[1]   Public Display of Affection: Muestra de afecto pública.
[2] La traducción original decía “Dos juegos de significantes recién impresos” pero lo adapté a eso. Es exactamente lo mismo.
[3] Es el nombre del restaurant en el que trabajaba Maggie.
[4] Un bóxer slip (del inglés boxer briefs donde boxer es "bóxer" y briefs es "slip") o bóxer ajustado es un tipo de ropa interior para hombres. 
[5] En el segundo o tercer libro Caleb le dice que se portará como un tirano con ella, de eso viene la palabra.
[6] En esta parte decía algo extraño y quedaba muy extraño traducido. En el lenguaje urbano de los estadounidenses la palabra que iba en este lugar es lo mismo que decir haciéndolo.
[7] Pasa lo mismo que en la anterior. En el lenguaje popular, es tener algo que ver con la otra persona, algo sexual.
[8] La marca que está en casa de la familia de Caleb. La marca o sello de su familia.
[9] Es una broma, si se ve así sin más, no tiene mucho sentido, pero al comprender que ella habla de que está deshecha por lo ocurrido toma un poco más de sentido. Espero que lo comprendan.
[10] En esta frase vienen dos referencias al inframundo. Infiernos estaba como Hades y Demonios como monstruos. ¿Se entiende? Y también el chico universitario es Caleb, ya saben que es su apodo de ella hacia él.