miércoles, 17 de diciembre de 2014

INDEPENDENCE ~ Shelly Crane. *TRADUCCIÓN* Capítulos 9, 10 y 11. [Español]


Capítulo 9.
Maggie.


—El hospital dijo que ella está bien —me aseguró papá—. Nos llamaron y dijeron que era sólo un rasguño en el brazo. Consiguió tres puntos de sutura. No es una gran cosa.
Suspiré. Puede que no me gustara mucho la mujer, pero seguía siendo mi madre. —Bueno —cambié el teléfono a mi otra oreja—. ¿Estás bien?
—Estoy bien —respondió. Oí a Fiona en el fondo, preguntarle si quería algo de beber. Él le dijo, "No, gracias", y luego me dijo—: Muy bien, bueno, escuché que tienes una gran noche esperándote —se aclaró la garganta—. Así que voy a supongo que voy a dejarte ir... a eso.
—¿Podemos ir a cenar? —espeté—. ¿Caleb y yo?
—Por supuesto —respondió brillantemente—. Voy a invitar a Bish y Jen, también.
—Bien. Es una cita.
 Él se echó a reír. —Diviértete esta noche. Me alegro de que hayas conseguido una mujer para ayudarle con todas las cosas de la boda.
—¿Ayudar? —me burlé—. ¿De verdad crees Gran va a dejarme tener las riendas en esto, papá?
Se rió de nuevo. —Bueno, probablemente tengas razón. Aun así.
—Si. Aun así.
—Te quiero, bebé. Hasta luego.
 —Yo también te quiero, papá —colgué y me volví, chocando mi nariz con el pecho de Caleb. Me alegré de que estuviera tan cerca. Deslicé mi teléfono en mi bolsillo y dejé que me envolviera—. Ella está bien.
—Lo sé. Lo escuché  —dijo—. ¿Pero estás bien?
 —Como un violín.
Él se rió entre dientes. —¿Estás bien como un violín?
—Sí —suspiré y me agarré de él con más fuerza.
 —Bebé —dijo con voz ronca—. Me tengo que ir, pero no quiero dejarte ahora.
—Estoy bien —le dije con certeza—. Lo prometo.
Hizo una pausa y pensó. Estaba pensando en una manera de eludir sus quehaceres. Negué con la cabeza hacia él. —Esta es su primera reunión como el líder de los Jacobson —sentí mis labios elevarse con orgullo—. Tienes que ir. Muéstrales quién es el jefe.
Se rió con desgana. —Esa serías tú, Magnífica. Pensé que ya habíamos pasado por esto.
—Yo también lo pensaba —me acordé de nuestro amigo que debíamos encontrar y tratar con él—. Tenemos que averiguar qué hacer con Marcus.
—La próxima vez, seguro. Yo me encargo, lo prometo. ¿Esta vez? Cosas de la boda —señaló el suelo—. Y te quedarás aquí.
 —Está bien —le dije con facilidad—. Bueno, diviértete.
—Lo dudo —refunfuñó—. Todo va a estar formal y con tradición y... cosas así. No he asistido muchas veces. Lo haremos en casa de Kyle, ya que todas las chicas están aquí preparando las cosas.
—Preparándolas para este fin de semana, ¿verdad? —le dije mordiendo mi labio para contener mi emoción.
—Sip. Sólo unos días más ahora —tomó mi mejilla—. Entonces serás la Señora Jacobson, y yo seré el Señor Visionario.
Me eché a reír. Él también lo hizo, y besó mi sonriente boca. —Te amo.
—Te amo —insistió en un gruñido.
Cuando se inclinó para besarme de nuevo, le di la bienvenida, pero Gran tenía otros planes. —¡Deja de hacer eso en este momento y mueve el culo fuera de esta casa! —ambos miramos hacia ella, con la mano de Caleb en mi mejilla—. ¡Lo digo enserio! ¡Vete!
Él suspiró y me dio una mirada hosca. —Iré por ahí un rato.
—Voy a estar aquí —le dije y me las arreglé para tirar de él y besarlo justo antes de que él fuera arrastrado.
Gran golpeó con fuerza su trasero y lo espantó por la puerta. —Ahora, podemos ir a lo nuestro —se frotó las manos juntas como un villano. Sentí mis cejas elevarse.
—¿No deberíamos esperar a Rachel?
—Oh, ella está saliendo con Jen. Estarán aquí en un rato —sonrió mostrando los dientes—. Ahora, deja que te enseñe algo.
Ella tomó mi mano. Era imposible no darse cuenta de la sensación fresca y arrugada de ellos. Nos subimos a la habitación donde ella dormía. Me miró y luego a un baúl que estaba al final de la cama. Comenzó a arrodillarse y me apresuré a ayudarla. Mientras le agarré el codo, fui cayendo con ella de rodillas. Me dio una sonrisa que decía que estaba a punto de mostrarme algo que significaba mucho para ella. Esperé en silencio con paciencia.
—Esto —comenzó y sacó una caja que apretó contra su pecho—, era mío.
Sacó la tapa blanca de la caja y rebuscó en el papel de seda de plata para revelar una franja de material de color rojo. Supe inmediatamente lo que era.
Su vestido de novia.
Lo saqué de la caja con cuidado y lo sostuve en alto. Era un vestido largo con un pequeño tren, supuse, porque la tela seguía yendo y viniendo. —Gran, es hermoso.
—Lo sé —dijo y se rió. Tocó un lado del vestido, rozándolo con los dedos y vi en su mente al recordar que lo llevaba y el sentimiento tan hermoso que una mujer hubiera sentido alguna vez. El abuelo Ray la miró y su boca se abrió mientras se acercaba a él. Era casi lo suficiente para reír sobre eso, pero Gran estaba tan envuelta en su memoria. Ella sonrió, aunque sus ojos se humedecieron.
Le toqué el brazo. —Te veías increíble en este vestido, Gran.
Asintió con la cabeza. —Mi abuela lo hizo para mí. Y ahora quiero que lo uses.
Sentí que mi barbilla caía en estado de shock, pero antes de que pudiera decir algo, oí un grito de asombro. Me volví a mirar y vi a Jen y a Rachel en la puerta. Rachel sonreía y me miraba divertida. Me habría preocupado si no hubiese sido capaz de leer su mente, pero ella estaba pensando en lo hermosa que yo iba a estar él. La mirada divertida era porque estaba tratando de no llorar. Miré hacia atrás y vi a Gran con lágrimas corriendo por su barbilla. Cuando miré nuevamente a Rachel, ella limpiaba sus ojos. Eché un vistazo a Jen y la observé sollozar.
Oh, hombre. Esto debía ser detenido.
—¡Nada de llantos! —dije y me reí—. Vamos, chicas. Van a hacerme llorar —Rachel se rió entre dientes, pero Gran me dio una mirada hilarante—. Además... —me preparé—. No puedo usar el vestido de Gran.
Su rostro se ensombreció. Fui hacia ella para que no se echara a llorar. —Porque Jen lo usará.
Jen sonrió de esa manera en la que le dices a alguien que está haciendo el tonto. —Ambas podemos llevarlo. Tú puedes usarlo para tu boda, y después yo lo llevo en la mía. No es un gran problema. Podemos arreglarlo si lo necesitamos.
—No, quiero decir que quiero que uses este vestido en mi boda —ella frunció el ceño con confusión—. Porque quiero que tú y Bish, papá y Fiona, Kyle y Lynne se casen con nosotros —ellas me miraron muy quietas—. Sé que no es la tradición.
—Eso nunca se ha hecho —dijo Gran—. Sobre todo porque Fiona es de otro clan.
—Lo sé —le dije y respiré hondo mientras hablaba en voz baja—. Pero todas las reglas, regulaciones y tradiciones... Quiero decir, no te ofendas, pero eso es el gran problema en primer lugar, ¿no?
Ella suspiró. —Es difícil cambiar las cosas cuando se les ha hecho de una determinada manera durante tanto tiempo. Y yo soy humana como tú, y es difícil para mí, así que solo puedo imaginar cuán difícil será para Peter y el consejo.
—El consejo no estará presente en una boda, sin embargo, ¿estarán en esta?
—No, pero tienen que ser registrados a través de ellos —se pellizcó la barbilla y sonrió—. Oh, bueno. Los viejos tontos pueden tratar con ello, supongo. Sobre todo porque viene de ti.
Me mordí el labio. —No quiero causar problemas —le aseguré—. Creo que debemos tener nuestras propias tradiciones ahora —miré el símbolo de infinito en mi muñeca—. Esto tiene que significar algo. Fuimos a Londres y rompimos el control del Consejo, debe significar algo. Caleb encontrándome, yo siendo humana, y todo lo que ha pasado este tiempo no tiene sentido... debe significar algo.
—Lo hace, cariño —insistió Rachel y me dio un abrazo—. Significa que tienes razón en que se supone que debe ser. Creo que es una idea maravillosa. Una gran manera de mostrar al consejo y a toda la raza que cuando dices que cambiarás las cosas, hablas en serio.
—Espero que si —dije en voz baja—. Por lo tanto, Jen lleva el vestido. Es justo.
Lo sostuve hacia ella y me sonrió mientras lo tocaba. —Oh, Dios míos. Tú me mostraste este vestido cuando era una niña, Gran. Soñé con este vestido —su labio tembló.
Nunca pensé que tendría una oportunidad de usarlo.
Rachel puso su brazo alrededor de Jen. —No soñarás más ahora, nena.
Jen puso su brazo alrededor de la cintura de su madre, como lo hubiese hecho un niño, y trató de mantener sus lágrimas a raya. La habitación tenía una vibra de felicidad agridulce. Se empapó el aire con ella y me hizo querer llorar. Jen finalmente había obtenido lo que siempre había querido cuando era niña. Lo que ella sabía que iba a pasar cuando ella fuera tomada y retenida. Y entonces Maria pasó y tomó esa pequeña bendición como una escapada sabiendo que nunca tendría la oportunidad de tener otro niño. Y ahora ahí estaba, en la cúspide de todo lo que quería, y estaba todo llegando a la vez... con este vestido.
Ella sonrió y trató de no dejar una lágrima caer. Sus dedos reverentemente dibujaron un patrón inexistente en la tela y se pensó en la cara de Bish al verla llegar a él, mientras lo llevaba. Esperaba que se viera lo suficientemente bonita para compensar el drama y la molestia que traía en su vida con esta familia y su chico.
—Bish está más feliz jamás había sido tan feliz —le dije—. Jen, él es una cabeza con pies de amor hacia ti y todo lo que eres. Él siempre lo ha sentido, desde la primera vez que te vio. No te preocupes por él. Bish no tiene el habito de dejar que cosas sin importancia lo molesten.
—Supongo —dijo ella evasiva y sollozó—. Se lo difícil que ha sido para ti llegar a esta vida.
—Bueno, yo estoy aquí para ayudarte. Y mi situación era un poco diferente —le dije con ironía y recordé el alboroto que todos habían hecho por mí al ser el primer humano junto a la primera impresión en mucho tiempo.
Ella rió de mi ceño fruncido. —Si... supongo que era un poco diferente.
—Solo un poco —le seguí la corriente. Puse el vestido frente a sus brazos porque todavía no lo había tomado de mí—. Es tu derecho usarlo. Y quiero compartir mi día contigo, si lo deseas.
—Por supuesto que si —dijo ella, como si estuviera loca por pensar lo contrario—. Sé que todavía no entiendo muy bien qué es exactamente la boda. Pero lo quiero, y que tú me preguntes eso para compartir eso contigo y mi hermano... Me siento honrada.
—Es un honor —le di un abrazo—. No te preocupes por nada —dije, y cuando la sentí coger un poco de aliento, me di cuenta de que había traído inadvertidamente el futuro inevitable. La visión de Bish y Jen jugó nuestras mentes y me echó hacia atrás. Articule un "lo siento".
Ella sacudió la cabeza y murmuró "Confío en ti."
"No dejaré que te pase nada. O a Bish. No lo he olvidado, lo prometo."
"Lo sé."
Vi a Gran mirándonos con curiosidad. Jen envolvió su brazo a mí alrededor  y dijo: —Hermana.
Sentí que mi corazón dio un golpe o dos por eso. Ella me apretó. —Así que Fiona, Lynne, tú y yo. ¡Qué bonito montón de señoras vamos a ser! —bromeó y acomodó su pelo—. Deberían cambiar el nombre "Sábado" por "Día de Divas" porque eso es totalmente lo que será.
Me reí junto con Rachel y Gran, a pesar de que yo sabía que ella estaba tratando de apartar su mente de la visión. Tomé un poco de aire. Me negué a dejar que la visión se convirtiera en realidad. Me negué a dejar que algo tan hermoso y necesario para nuestra familia y nuestra raza, fuera arrebatado así inútilmente por un burro con complejo de Dios. Ese hijo de puta había arruinado ya bastante y me negué a dejarlo tomar algo más de mí o esta familia. —¿Alguien dirá la broma de toc toc?
Me volví para encontrar a Maria.
Y a Bish.
Y mi Dios era el hombre que brillaba de dentro hacia afuera.
Le sonreí y él me devolvió la sonrisa. Me acerqué a él, esperando que fuera diferente de alguna manera. Al igual que la forma en que Beck me había llamado monstruo y corrió, él sería diferente, ya que me había visto en toda mi gloria de Visionaria en Londres y finalmente había encontrado su camino en la vida de Jen como él quería... y ahora las cosas no serían lo mismo. Pero yo estaba equivocada cuando me levantó en un abrazo de oso. Me hundí en él y no solo sentí alivio, sino un peso quitado de mí.
Lo miré de vuelta para ver su cara, para ver si sentía lo mismo que yo.
Su cara dijo que estaba feliz y luego escuché.
Se ve tan feliz... y... libre. Me siento un poco mal por lo que hice.
—Eres mi hermano —dije—, Hubiera sido raro si no hubieras estado preocupado por mí.
—Sí, pero... todas las cosas que le dije a Caleb. Si me hubieras dado un par de minutos a solas con el chico, lo hubiese puesto fuera.
Me reí entre dientes. —No tengo ninguna duda. Pero ya pasó.
Me tocó la mejilla. —No tienes idea de lo hermosa que te ves cuando estás así de feliz. Sé que es por él.
Me sonrojé y apreté los labios en una línea. —Lo es.
El suspiró y se movió de nuevo. —¿Como fue la visión?
—Oh, uh... bien.
—Lo siento.
—Está bien —le dije apresuradamente y me volví para mirar a Gran—. ¿Irás de comprar conmigo? Necesitaré un vestido nuevo.
—¡Claro que no! —dijo ella alargando las palabras—. Te haré única, niña bonita. Y a Fiona, y a Lynne, también.
—¿Podrás hacer todo...?
—¿Estás dudando de mí? —ella ladeó su pequeña ceja y esperó.
—N—no, señora —tartamudeé.
—Bien —miró más allá de mí, a Bish—. Fuera, grandulón. Las mujeres debemos trabajar.
Bish se rió y se señaló a sí mismo. —Soy grandulón, supongo.
—Bueno, nadie en esta sala  tiene sus brazos como tripas para embutidos, ¿qué harás ahora?
Él se echó a reír. —No, señora —se volvió hacia Jen y pensé que iba a saludarla con la mano y decirle adiós ya que él no parecía el tipo de PDA, pero a todos nos sorprendió cuando él se acercó y le sostuvo su barbilla mientras colocaba sus labios sobre los de ella. Jen sonrió suavemente hacia  él cuando dijo: —Te veo en un rato.
Ella asintió con la cabeza, Bish tomó la mano de Maria y se volvió hacia mí. —Iremos a pasar el rato con papá. Vienes a cenar esta noche, ¿verdad?
—Si —le respondí—. Tan pronto como la reunión de Caleb termine. Nos encontraremos allí.
Él asintió con la cabeza y nos sonrió a todas nosotras. —Nos vemos luego, damas.
—Adiós —dijo Jen suavemente y lo vio alejarse.
Todas nos quedamos quietas durante algunos segundos más, antes de comenzar a movernos. Cuando finalmente miré a Jen, ella estaba luchando contra las lágrimas. Rachel la tomó y la abrazó con fuerza.
—Mamá —susurró Jen—. No tengo que preguntarme qué se siente al ser como tú y papá. Ya lo sé.
—Jenna, siempre he esperado que lo entendieras, bebé —ella dio un sollozo muy propio de una dama—. Siempre he tratado de creer en ti. Bish es...
—Lo sé—dijo Jen y se echó a reír—. Él es increíble.
Sentí mi nariz arrugarse. —Está bien, vamos a tratar de recordar que él es mi hermano.
Se rieron y luego Radioactive de Imagine Dragons resonó por toda la habitación. Rachel tomó su teléfono del bolsillo y contestó. La miré boquiabierta. —Oye cariño... No, esto bien. Jenna y yo estábamos hablando... algo realmente importante —ella sonrió a Jen—. Sí, lo prometo. Siento haberte asustado —oí a Peter en la mente de Rachel cuando dijo algo sobre "tener su bonito trasero más tarde". No pude reprimir mi grito de asombro. Rachel rió y luego dijo: —Peter, Maggie está en la habitación conmigo —él se echó a reír un poco avergonzado y dijo que le dijera a Caleb que viniéramos mañana y que él la vería más tarde—. Está bien. Te quiero, cariño. —él dijo que él la amaba, "algo feroz". Le sonreí, pero miré hacia otro lado. Rachel se aclaró la garganta—. Supongo que ya escuchaste, ¿eh?
—¿Sobre venir mañana? Sí.
—Me estaba llamando para ver como estaba, me dijo que mi latido del corazón se estaba volviendo loco.
—Me imagino —dije secamente.
Gran interrumpió. —Muy bien, suficiente ustedes dos. Sé que mi hijo es como McDreamy [1]—gran me golpeó el trasero. La miré fijamente con la boca abierta—. Tenemos trabajo que hacer. Desnúdate.
—¿Desnudarme para qué?
—Te mediré para tu vestido. ¡Desnúdate!
Rachel me salvó... más o menos. —Puedes medirla con la ropa puesta, madre —reprendió.
—Oh, sé que puedo —ella me señaló—. ¡Pero mira su cara! ¡Já! Solo quería ver su rostro frunciéndose así —ella siguió riendo a mi costa y yo la dejé porque gran era... Gran.
Pasamos las dos horas siguientes midiendo y mirando vestidos en línea que nos gustara para que Gran hiciera algo a nuestro gusto. Ella dijo que lo haría con Fiona después. Tan pronto como Caleb regresó, nos fuimos a donde papá.
—¡Entren! —dijo Fiona y abrió la puerta de par en par con gusto. Yo iba a la cabeza, con la mano de Caleb en la parte baja de mi espalda. Me quedé agradablemente sorprendida por el lugar. Fiona aparentemente había estado poniendo su propio toque a las cosas—. Oh, Dios mío, Maggie. Te juro que eres más bonita cada vez que te veo.
—Gracias —le dije y traté de no estar incómoda, así que le di un abrazo. Y así es como papá nos encontró.
—Mi niña —suspiró. Mis pies me propulsaron hasta que estaba prácticamente estrangulando al hombre. Se rió un poco en mi pelo—. Estoy tan contento de que estés feliz de verme como yo lo estoy —se echó hacia atrás y me besó en la frente—. Bish y Jen están en la guardia. Hey, rima.
Me eché a reír. —Me alegro de que sigas siendo tú, papá.
—Me tengo que quedar así ahora —él sonrió y alzó un brazo a Fiona, que fue de buena gana a su costado. Maria corrió desde la cocina y tomó el otro brazo. Parecía tan natura y cómodo con las dos. Sentí que mi pecho dolía con felicidad por él—. Gracias a Dios.
—De acuerdo —le dije—. Voy a ir a ver a Bish y luego me voy a ayudar en la cocina.
—Oh, ¿lo harías? —dijo Fiona dulcemente—. Soy una cocinera horrible. Tu padre me dijo que eras buena haciendo macarrones con queso.
Me eché a reír. —Entonces mintió.
Ella se volvió hacia él riendo cuando fuimos a la madriguera. Abrí el escondite y Caleb se estrelló contra mi espalda cuando me detuve. Mis ojos se desorbitaron. Bish tenía a Jen arriba del piano mientras permanecía de pie entre las rodillas. Y el chico debe haber estado muerto de hambre porque él estaba devorando su boca allí mismo, en el Baby Grand.

Capítulo 10.
Caleb.

—¡Ay! —murmuré y me volví, agarrando mi pelo en puños. Tenía  a mi hermana en el piano besándola hasta perder el sentido. Aces o no, ella seguía siendo mi  hermana. No quería ver esa mierda.
Sentí las manos de Maggie en mi espalda. Debió dar la espalda a aquel libertinaje también. Me estremecí con disgusto y traté de pensar en otra cosa. Maggie rió,  haciendo que me volteara mi cara hacia ella. —¿Y qué es lo gracioso?
—Oh, vamos. ¡Es divertido!
—No. Aún.
—Sabes que somos peores —dijo y mordisqueó mi barbilla—. Sabes que es verdad.
—Pero te devoro en privado —le dije en voz baja.
—Hey —dijo Bish y lo volvimos a ver su rostro, lleno de disgusto—. Lo sentimos. No los oímos entrar.
—Voy a recordar hacer más ruido la próxima vez —dijo Maggie fácilmente.
—Sin duda, más ruido —dije con sarcasmo.
Jen se rió suavemente. —Cállate —suspiró, metiendo su cabello detrás de la oreja y susurró—: Sabes como es.
—Sí —estuve de acuerdo y apreté la mano de Maggie—. Yo también sé lo que se siente ser el hermano y tener que ver eso. Bish, te entiendo ahora, amigo.
—Sí —dijo Bish y respiró hondo—. Mira, Caleb, sé que empezamos con el pie equivocado. Y sé que fue mi culpa. Ahora entiendo lo que es necesitarse el uno al otro y  sentirse raro y sólo... impotente a lo que está dentro de mi piel. Lamento que tú y Maggie tuvieran que pasar un mal momento —especialmente tú. No es un  secreto que nunca me hayas gustado.
—Sí —me eché a reír—. Si. No hay problema, hombre. Lo entiendo ahora, también.
—¿Están listos para cenar ahora? —Fiona asomó la cabeza dentro y sonrió—. Hice carne a la cacerola.
—Sí, señora —le respondí, e hice que Maggie me siguiera.
La cena fue fácil de seguir y natural. La charla y hablar fue tan normal como siempre. Nunca sabrías que había muchas personas con "regalos" sentados alrededor  de la mesa, y mucho menos que el líder de la raza y el campeón del clan. Y tanta gente con "regalos" en el camino. Pero de cualquier manera era normal. Hizo a  Maggie sonreír y ser feliz al saber que las cosas podían a volver a ser las mismas. En su mayor parte. Y luego ella sugirió la idea de que todos nos casáramos juntos. Fiona farfulló algo sobre la tradición y las reglas, pero eventualmente llegó a la conclusión de que las  cosas tenían que cambiar y esta era una buena manera de comenzar. Y cuando Maggie le dijo a Fiona que Gran iba a hacer su vestido de novia, selló el trato. Ella  comenzó a llorar. Maggie estaba pensando como su padre podía consolar a Fiona con tan poco esfuerzo y no preocuparse por nosotros mirándolos. Él siempre  había sido un buen hombre, incluso con la madre de Maggie. Pero ella fue demasiado estúpida para ver lo que tenía.
Cuando sonó el timbre de la puerta supuse que era Kyle y Lynne que venían a pasar el rato. Bish dijo que él atendería y corrió a hacerlo, pero quedé atónito al oír los  pensamientos de la otra persona al otro lado de la puerta, a través de Maggie. Le dio a su padre una mirada de advertencia antes de levantarse de su silla y dirigirse  a mirar a la mujer que había arruinado su vida. El corazón de Maggie golpeaba como un tambor enojado. Envolví mi mano alrededor de su muñeca y puse mis dedos en su pulso mientras la seguía. Ella fue al  encuentro de Bish en la puerta para hacerle frente a su madre. Su padre despistado seguía sentado en la mesa, preguntándose qué estaba pasando. No podía ni  siquiera imaginar la mierda que iba a estallar cuando Fiona conociera a Sarah.
O más bien, cuando Sarah conociera a Fiona.
Sostuve la mano de Maggie al doblar la esquina. Y allí estaba ella, en toda su gloria.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Maggie. Nadie podía confundir el hielo que se escuchaba en su voz.
Ella bajó su cabeza. —Venía a verte de nuevo y el bus en el que venía tuvo en accidente. Estaba en el hospital. ¡Ellos llamaron a tu padre, pero él no quiso ir a verme!  —balbuceó y miró con los ojos abiertos hasta asegurarse de que la estábamos viendo. Fue bastante patético—. Y no te dijo que yo estaba ahí mismo porque sé que  habías ido a verme. Así que pensé venir aquí por mí misma.
—¿Por qué crees que habría ido a verte? ¿O que papa iría? —preguntó Maggie.
—¿Por qué no?
—Oh, no lo sé —comenzó a decir Maggie en voz baja. Demasiado baja—. ¿Tal vez porque arruinaste la vida de papá y luego la mía? ¿Tal vez porque le mentiste a todo  el mundo? ¿Y engañaste a papá?  Y luego le mentiste a Haddock acerca de estar embarazada.
Los ojos de su madre se desorbitaron. Y luego se agrandaron aún más cuando Jim dobló la esquina con Fiona. Él no se detuvo en seco, claramente consciente de  lo que estaba pasando en la puerta. La mente de Maggie recordó que Jim no sabía nada de que él no era su padre, y ella necesitaba frenar su ira antes de que se le  escapara algo.
Él echó un vistazo a Fiona, que era una chica inteligente y había descubierto lo que pasaba, y luego miró a Maggie. —Sarah, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó  rápidamente.
Vi a Fiona inmutarse cuando del nombre de Sarah. Hice una mueca para todos. Esta situación era tan delicada. Él extendió la mano y le tocó el brazo, frotando su  toque tranquilo en su piel. —Lo siento —susurró.
—¿Lo siento? —gritó Sarah—. ¿Por qué? ¡Esta es mi casa!
—No lo es, mamá —le dijo Maggie. Ella suspiró y sus hombros se hundieron. Ella lista incluso antes de que empezara la pelea. Me trasladé a su espalda y puse mi  mano abajo de su camisa. La vi tomar una respiración profunda cuando mi calma la golpeó—. Mamá, no puedes seguir viniendo aquí.
—Ella tiene razón, Sarah —habló Jim y se movió para pararse frente a Fiona cuando Sarah la miró—. No vives aquí. Puse tus cosas en un par de cajas en el garaje.  Puedes tomarlo si quieres.
Ella hervía. —No puedes evitar que vea a mi propia hija. Ella aún es menor de edad.
—No por mucho tiempo —murmuró Maggie en voz baja.
—Si Maggie quiere verte eso es entre ustedes, pero en respecto a la casa y a mí, tu no perteneces más aquí.
—Pensé que no estabas saliendo con nadie —puso mala cara.
—Yo no estaba... ¿Sabes qué? Eso no es asunto tuyo, Sarah —habló en voz baja—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Te lo dije —ella se echó el pelo hacia atrás e hizo una mueca—. He venido a verte porque no irías tú —levantó la manga para mostrar su brazo—. ¡Mira! Tengo cuatro  puntos de sutura desde ese accidente.
—Guau —dijo Bish amargamente. Casi me había olvidado de que estaba allí. Todos nos volvimos a mirarlo. Jen estaba a su lado con sus manos en el brazo de él. Ella  tenía los labios apretados como cuando se enfadaba por algo. Bish continuó con—: Cuatro puntos de sutura.
Él la miró con rabia unos pocos segundos antes de tirar de Jen con él para salir de la habitación. Eso era exactamente lo que quería hacer con Maggie. Su corazón  dolía por esta mujer. Apreté los dedos alrededor de ella un poco más para recordarle que estaba justo ahí.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó Jim una vez más.
La mamá de Maggie suspiró. —Mira... me di cuenta de que Maggie tenía la pulsera de platino de mi tía que me dio por Navidad cuando ella tenía quince años y la  quiero. Ella me la dio y creo que ella desearía que la tuviera.
Maggie se burló. Luego se fue. Cerré los ojos y esperé. Sabía exactamente lo que estaba haciendo y estaba seguro de que los demás también. Ella regresó unos segundos más tarde y la puso en la palma de su madre. —Ahora déjame en paz.
Quería sacarla de esta habitación de inmediato. No quería estar aquí y ver esto. No tuve que arrastrarla en lo más mínimo porque me dejó sacarla de ahí. Tan  pronto como pasamos el umbral de la cocina me di vuelta y la envolví en mis brazos. —Esa mujer —fue todo lo que pude decir.
—Sí —estuvo de acuerdo Bish y giré la mirada para verlo sentado en la mesa con Jen en su regazo. Ella estaba consolando a su pareja cuando yo lo hacía con la mía—.  Esa mujer.
Maggie lo miró fijamente. Abrió la boca para decir que lo sentía, que no era culpa de Bish que no le hablara... otra vez. Pero cerró la boca y ni siquiera lo intentó.
—Está bien —dijo él y dio unas palmaditas en la pierna de Jen pidiéndole que se levantara. Él vino hacia Maggie y le revolvió el pelo—. Siempre has sido la favorita.
—No la entiendo —le dijo Maggie—. No eres tú, Bish. No lo es.
—Ya he terminado de preocuparme por ella —se quedó un poco alto y respiró profundo—. ¿Qué pasa...?
Dejó de hablar cuando una pálida Fiona regresó a la cocina. Se apoyó en el marco de la puerta como si no pudiera contenerse más. Mi dulce Maggie saltó a la  acción. —Fiona, mira —ella sacó el iPhone que le compré y movió su dedo alrededor hasta que encontró lo que estaba buscando—. ¿Ves? ¿No está hermosa? En su mente vi que era un sitio web de vestidos de novia que había mirado antes ese día. Estaba mostrando uno de ellos a Fiona. La bloqueé en caso de que  Maggie le enseñara el de ella. Fiona parecía agradecida por la distracción, pero aun así se dio cuenta cuando Jim regresó. Él no pretendía que las cosas fueran torpes, el vino directo a algo.
—Bueno, me alegro que de esto hubiese acabado. ¿Quién quiere pastel?

Esa noche de camino a casa en la camioneta, Maggie estaba de nuevo normal. Ni siquiera había pensado en esa mujer. —Así que, ¿fue un buen día con Gran?
Ella sonrió y llevó su dedo hacia atrás y adelante. —Uh, uh, uh —me eché a reír.
—¿Cómo te fue a ti? —pero incluso estando ella preguntándolo, sentí hurgando en mi mente por las respuestas, y yo la dejé para que explorara.
Ella vio a papá y a mi conduciendo a casa de Kyle, él inquieto y flipando acerca de lo que tenía encima, volviéndome loco y estando inquieto porque estaba  tomando más, todo el mundo sonriendo y siendo extrañamente amable conmigo... porque estaba tomando más. Cada vez que alguien me dio una palmadita en la espalda o me dio la mirada de "puedes hacer esto" sentí esta cosa en mi pecho. Todo el mundo creía tanto en mí.
Nadie se preocupaba de que no fuera nada bueno en esto. Así que me puse delante de mi familia y comencé la reunión como se iniciaban todas, colocando el objeto en la mesa delante de mí y convocando a la orden. El  objeto era lo que mi padre me había dado en la reunificación en Londres, cuando se había visto obligado a dimitir. El objeto era algo que cada campeón de cada  clan tenía y mantenía para demostrar en todo momento que era consciente, listo y dispuesto para hacer lo que fuera necesario para proteger a su pueblo.  Mantener el objeto contigo y llamar a la orden servía como un recordatorio para el campeón de su promesa de hacer todas esas cosas.
El objeto de nuestro clan era una vieja rueda dentada. Incluso mientras observaba todo en mi mente, metí la mano en el bolsillo de mi vaquero y froté el grueso metal  con mis dedos. Ella observó mientras yo tomaba  nota de todos los acontecimientos de la familia. Todas las cosas que querían hablar y discutir. Ella me miró mientras me recostaba en mi asiento y tomaba con  humor todo acerca de ser el hombre de mi casa ahora, acerca de ser el gran hombre en los Jacobson tan pronto como comience a trabajar en la empresa junto al  resto de la familia... la noche de bodas. Papá dejó esto tan pronto como empezó, pero aun así hizo algunas bromas al respecto. Me reí en voz baja. Pero entonces nos pusimos manos a la obra con las cosas de Marcus y la búsqueda. Agarré los dedos de Maggie y las apreté suavemente. Entonces le conté lo que habíamos concluido. —Vamos a buscarlo. Van a ir un par de nosotros a buscarlo en  todas las partes que podamos imaginar. Papá ya ha buscado en la reserva y las casas y no estaba allí. Tampoco el resto de ellos. No tenemos idea de donde están, pero no pararé hasta que los encontremos.
—Te creo —tragó saliva y sus ojos parecían abatidos—. Solo espero que no sea demasiado tarde.
—No lo será —le aseguré—. Creo en ti completamente.
—Pero he tenido suerte dar con una solución a la visión. Y sé que necesitaban una unión para seguir adelante o se hubieran enloquecido, lo sé, pero que pasa si solo  estamos poniendo nuestras manos en esto. ¿Qué pasa si no podemos detenerlo? —miré a la derecha antes de desviarme a través de dos carriles de tráfico y tirando  más en el carril de emergencia. No hice caso a las bocinas, paré en un parque, y tomé su rostro entre mis manos.
—Si crees en mi deberás creer en ti misma, también. Porque trabajaré tan duro como tú para asegurarme de que esa visión no se haga realidad. Ella asintió con la cabeza. —Quiero simplemente tener fe en que todo va a estar bien. Lo quiero tan mal. Lo intentaré.
—Vamos a encontrar a Marcus y nadie del clan Watson nos esperará para jugar, y luego vamos a patear sus aces —sonreí, en silencio rogándole que me dejara  calmarla—. ¿Ves lo que digo?
Ella negó con la cabeza. —Eres tan cursi.
—Te gusta mi queso.
—Me gusta la manera en la que lo puedo conseguir —dijo con dulzura, pero sus ojos suplicantes me rogaron para que estuviera todo bien.
La tomé de la barbilla, presionando mis labios a sus labios una vez. Luego lo hice en su barbilla, solo una vez. —No pasará un minuto más preocupándote si eres  suficientemente buena o no —le susurré contra su piel. Ella suspiró y respiró profundamente—. Naciste para esto, para esta tarea, para esta vida, para mí. Se apartó lo suficiente como para verme. Sus ojos estaban más centrados, como si de verdad quisiera creer al cien por ciento. —Yo nací para esto —repitió—. Para ti.
—Absolutamente —le dije, pero sonaba como una especie de gruñido. La comisura de su boca se elevó haciéndome saber que el gruñido le había encantado.
—Lléveme a casa, señor Jacobson.
Sentí un estruendo a través de mi pecho.
Corrí en la carretera e hice mi camino hacia el apartamento en un santiamén. Kyle y Lynne estaban allí aún. Nos dijimos buenas noches y nos fuimos directamente  a la cama. A pesar de que ninguno se quedó dormido de inmediato, me gustó mucho la manera en la que sus dedos bailaban distraídamente en mi piel. Ella estaba  pensando en lo que tenía que hacer, de cómo podía encontrar al bastardo que había arruinado sus días. Pero no importaba hacia donde se desviaron sus  pensamientos, ella siempre se volvía a una cosa.
Yo.  Ella. Los pies descalzos. Vestido rojo.


—¡Hice café! —la voz de Lynne sonó cuando entré en la sala. La miré fijamente.
—Eres una energética, Lynne.
—Sí —dijo ella y ladeó la cabeza hacia un lado—. Es lo mío.
—Supongo que lo es —estuve de acuerdo y reí entre dientes mientras tomaba la copa que ella me ofreció—. ¿Dónde está Kyle?
—Ducha. ¿Dónde está nuestra Visionaria? —bromó en voz almibarada y sonrió.
—Ducha. Es mejor que Kyle no se robe todo el agua caliente —me bebí el café que hizo y casi me ahogué en él.
—¿Qué? —ladró—. ¡Hago un gran café!
—Está caliente —mentí.
—¡Hey! —oímos a Kyle por el pasillo—. ¡Apaga el agua! Estas helando mí—
—Maggie está en la ducha —lo interrumpí—. No vives aquí y ella sí. Agradece que te dejo utilizar la ducha.
—Guau —se quejó—. ¡Estás un poco diva hoy! —cerró la puerta y Lynne me miró de reojo por molestar a su pareja mientras agarraba queso crema e la nevera.
—¿Bagel? —preguntó y colocó uno en un plato antes de deslizarlo sobre el mostrador para mí.
—Gracias. ¿Irán a comprar comida?
Ella lamió su dedo dejándolo limpio de queso crema. —Acabo de recibir un par de cosas.
—Nos vamos a casar este fin de semana —le dije con intención—. Puedes quedarte hasta entonces, pero después de eso—
—¿Qué pasa con la casa que compraste para Maggie? ¿No te gustaría ir ahí?
—Es complicado.
Ella se detuvo y me miró fijamente. —Pero Kyle me dijo que es una gran cosa. Es como —ella hizo un gesto con los dedos de manera espectacular—, la única manera  de que puedes casarte con ella. Tenías que comprar una casa, ¿verdad?
Me quedé en silencio. Cuando finalmente giré mi mirada hacia ella, su mandíbula estaba floja. —Oh, déjalo, Lynne. Tengo todo bajo control.
Se olvidó de mis problemas así como así y suspiró. —No puedo esperar para ver a dónde vamos a ir a vivir. Kyle lo ha estado manteniendo en secreto, por supuesto,  pero él dijo que tenía un desayunador rosa sólo para mí.
—Un desayunador rosa —dije seco—. ¿En serio?
Ella se burló. —El color rosa es el color de la rebelión.
Me eché a reír. —Está bien, Lynne, está bien.
—¿Le dijiste sobre el desayunador? —dijo Kyle mientras se ponía la camisa por la cabeza y la besaba en la mejilla—. No se le puede decir estas cosas —se inclinó sobre el  mostrador al lado de ella y mordió su panecillo antes de hablar con la boca llena—. Está casado con el líder de nuestra raza y no se supone que debas decirle nada  acerca de la casa antes de la boda.
—Oh, por favor. Él no va a decirlo a nadie. Además —dijo ella y vi el brillo maligno en sus ojos—, él tiene sus propios secretos. No lo hagas, Caleb.
—Shhh —dile cuando escuché los pensamientos de Maggie diciendo que casi estaba vestida—. Te lo dile, tengo todo bajo control.
Maggie salió y le sonreí. Llevaba un top azul bebé con el collar que su padre le dio. El que tenla un revoltijo en un extremo. Y esos pantalones vaqueros de nuevo,  los que hacían imposible no mirar.
Si. Aquellos.
Se acercó a mí fácilmente y me dio un beso en mi hoyuelo antes de acomodarse entre mí y el contador. —¿Qué pasa? —preguntó.
Siete veces dos más catorce menos tres veces cinco es uno veinticinco.
La raíz cuadrada de uno ochenta y cuatro de trece punto cinco es seis.
Ella me miró por encima del hombro. —¿Por qué haces matemáticas?
—No hay ninguna razón.
Ochenta y nueve dividido por seis es catorce coma ocho tres.
—¿Qué están hablando de aquí? —preguntó ella, pero en secreto ella lo sabía.
—Nada —dijo Lynne y rápidamente cogió una taza. Sirvió el primer líquido y luego preguntó: —¿Café? —lo puso en la mano de Maggie.
—Um, seguro —ella tomó un sorbo y me encogí ante el sabor, a través Maggie. Tuve que probar ese horrible desastre dos veces—. Uf —se quejó antes de que pudiera  detenerla—. Quiero decir... mmmm.
Lynne puso mala cara mientras nos reíamos. —Aw —dijo Kyle y La atrajo hacia él—. No me gusta el café de todos modos, para que nunca tengas que preocuparte de  eso conmigo.
Mi teléfono sonó con un texto. Lo saqué mientras que Kyle y Lynne hacían bromas repugnantes, que iban y venían. Fue de parte de papá.
Tú madre dice que traigas Maggie a Gran para lo del vestido. Puedes venir a ayudar en la oficina mientras que ella está haciendo eso.
Suspiré. Había llegado el momento de decirle que no tenía intenciones de ser un arquitecto. Quería esperar hasta después de la boda, pero no estaba seguro de  poder esperar más. Le transmití el mensaje a Maggie y ella se volvió a Lynne y le dijo que quería que ella y Kyle compartieran nuestro día, al que tenía que ir a lo de Gran con ella. Los ojos de Kyle se desorbitaron ante la idea, pero ajena, Lynne chilló y la abrazó con énfasis. 
Kyle, me preguntó si estaba seguro de que yo estaba bien con compartir el día con ellos. —Por supuesto —le dije—. No hay mejor manera de hacer una declaración de  que las cosas realmente van a cambiar.
—Supongo.
—A menos que no quieras —le dije.
—¿Estás bromeando? —tiró de su brazo alrededor de mi hombro—. Amigo... —sonrío y sacudió la cabeza—, hemos estado hablando de esto desde que teníamos doce.
—Si —sonreí—. Cuando estuviste enamorado de esa chica del clan Constantine.
Él me empujo y retrocedí mientras que él rió. — ¡No puedo creer que mencionaras eso!
—Oh, si lo hice —hice una cara femenina y aleteé las pestañas—. ¡Kyle, oh, por favor, muéstrame tus músculos otra vez!
—Estás muerto si no te callas, amigo —se rió de sus palabras.
Corrí hacia el otro lado del mostrador donde Maggie trataba de alejarse de él.
—Oh, Kyle —él fue hacía mí, pero lo esquivé mientras que Maggie reía entre nosotros—. Me encanta tu pelo. Es tan lindo. ¡Llévame el techo, Kyle!
Él la rodeó hacía mí y sentí cómo su fuerza había aumentado desde su ascensión. Pero yo también tenía lo mío. Le di un tirón alrededor y lo empujé de espaldas a la  pared. Él me dio un puñetazo en el estómago lo justo para hacer la "garra" y luego envolvió con sus brazos alrededor de mi estómago rudamente.
Las chicas se rieron de nosotros luchando en mi cocina. Había pasado demasiado tiempo. En realidad se sentía como mi primo de nuevo.
Más tarde Maggie y Lynne bajaron en casa de Kyle para ver Gran, y ambos nos fuimos a la oficina del papá y del tío Max a "trabajar". Kyle estaba en éxtasis, yo no lo  estaba. Suspire mientras subíamos las escaleras y saludamos a Rick, el guardia del edificio. Y entonces saludamos a la tía Sue que trabajaba como una de las  secretarias de la oficina, entonces al resto de le familia que trabajaba allí. Papá y el tío Max estaban trabajando en algo cuando llamé.
Levantó la vista y sonrió con euforia. Hombre, yo odiaba arruinar eso. Suspiré. Aquí vamos.

Capítulo 11.
Maggie.

Tuve que entregarme a ella. Incluso con las viejas manos de Gran y toda su disposición, ella solo atinó a seguirme con pasadores en tres veces. Fue tan gracioso, como cuando Caleb me vio por primera vez, y la tercera cuando se quejaba acerca de Gran para que lo tomara con calma. Él me llamó y me preguntó si podía venir Bish por mí y por Lynne para ir al apartamento ya que su padre los tenía a él y a Kyle sumergidos en papeleos. Así que eso fue lo que hicimos. Conseguí que Bish me llevara a casa de papá a recoger alguna de mis cosas. Papá y Fiona se habían ido y yo estaba feliz por eso. Papá iba a estar deprimido si me veía sacar mis cosas de la casa.
Decidí que con el poco tiempo que tenía sin Caleb podría hacer la cena. Así que llamé a Rachel y le pedí una receta y las instrucciones para algo fácil, e hice que Bish pasara por la tienda para conseguir lo que necesitaba. Lynne me dijo que quería salir con Kyle y hacer algo. Yo solo quería tener una noche con Caleb.
Bish nos dejó y él y Jen se fueron a casa de Peter. Dejé mi enorme bolsa de ropa en la silla en la habitación de Caleb, porque no tenía ni idea de qué hacer con ellas, y me fui a tomar una ducha. Aunque al usar la ropa de Caleb me hacía sentir como si estuviera abrazándome, tener mi ropa de vuelta era lindo.
Así que tan pronto como nos dimos cuenta que la llave estaba en la perilla, Lynne se fue a ver a Kyle y yo esperé en la cocina mientras me movía.
Caleb se acercó por detrás de mí. —¿Hiciste la cena? —preguntó, y olfateó el aire por encima de mi hombre desde atrás—. Huele bien.
—Es el pastel de patatas de tu mamá —le expliqué y me volví hacia él—. Ella  la receta y algunos consejos.
—Estoy seguro de que es impresionante —murmuró y me besó en el cuello antes de hacer su camino a mis labios—. ¿Qué conseguiste hacer hoy? —sonrió—. ¿Con la boda?
—Gran terminó de ajustar mi vestido —le dije y suspiré—. Es increíblemente hermoso.
—No puedo esperar para verlo en ti —respondió en tono ronco—. Por ahora, me conformo con estos pantalones cortos de frutas —apretó mis caderas en sus manos—. Bananas esta noche, ¿eh?
—Sí —suspiré cuando él se acercó más—. Escuché que eran tus favoritas.
—Para ser absolutamente honesto, Maggie —se detuvo cuando no había más espacio entre nosotros, sólo el algodón y su mezclilla nos separaba—, son mis favoritos.
Y después la cena fue olvidada.
Su lengua encontró la mía y se encontró con la suya, mientras que él me llevaba a su cama. Cuando apretó mis manos en el edredón por encima de mi cabeza sin siquiera quitarse los zapatos, pero sin embargo, suspiré al conseguir lo que quería. Me pregunté si mutilizar se sentía para todos igual. Para mí, era como si me estuviera ahogando y de pronto haber encontrado la superficie. Mi cuerpo cantaba por todas partes y la piel de gallina se arrastró sobre mi piel cuando dejé mi mente consumirse desde dentro hacia afuera. Él mantuvo sus labios en los míos como siempre lo hacíamos. Las cintas de energía, siempre presentes y listas, se trasladaron a nuestro alrededor. Parecía extraño tenerlas en este nuevo lugar, el resplandor de ellas iluminando sus cosas de una manera que nunca había visto.
Cuando murieron a la distancia, junto con la intensidad, él rodó y me llevó a su pecho. Todo mi cuerpo se movió de arriba hacia abajo mientras trataba de recuperar el aliento. Peinó mi pelo con sus dedos. —Bueno, tu plan funcionó —se rió entre dientes—. Toda tu doméstica y esos pantalones cortos. Endemoniados pantalones cortos de banana —se echó a reír de nuevo.
—Me has pillado —nos sonreímos el uno al otro—. Así que, ¿Cómo fue el día con tu papá? —le di una mirada mordaz—. ¿Funcionó?
—No le dije. Quiero decirle a él y a mamá untos, y ella estuvo haciendo unos recados durante el día. Iré allí mañana. Tengo que ayudar a papá a entrevistar al nuevo tipo de seguridad de todos modos —tragó saliva y lo sentí por él. Pobre Ralph—. No te preocupes. Va a estar bien —asentí con la cabeza—. Por lo tanto, ¿realmente te fue bien con Gran? Ella no te empujó por algo que no te gusta, ¿verdad? Sé cómo es.
—Ella fue genial —levanté la cabeza para mirarlo—. Esa mujer puede trabajar con una aguja e hilo.
Él sonrió. —Ella solía hacer guantes cuando era un niño. Siempre estaba demasiado avergonzado como para usarlos.
Me burlé. —¿Ella los hizo con sus propias manos y tú no los usabas?
—Tenían a Frosty, el muñeco de nieve, en ellos, nena. Frosty, el maldito muñeco de nieve.
Traté de no reír. —¿No te gustaba Frosty, el muñeco de nieve, cuando eras pequeño?
—No cuando tenía catorce —reí entonces. Sonrió esperando que mi risa de detuviera—. Ella hace cosas para todo el mundo. Es lo suyo.
—Me pregunto qué será lo mío —reflexioné y mordí mi labio jugando con el botón de su camisa—. Todavía ni siquiera he pensado en lo importante que seré.
—No ofrecen clases en Magnifico Líder de su Raza. Lo sentimos. Estás atascada en algo de mierda, como Biología o Economía de Empresas.
Me reí y subí por su pecho hasta besar su hoyuelo. —¿Quieres comer la perfecta cena que hice, ahora? ¿Tal vez ver una película conmigo?
—Leíste mi mente —se sentó conmigo y me tomó la cara entre sus manos calientes—. Gracias —entonces él besó mis labios—. Si puedo encontrarme con esto en casa todos los días, voy a ser el hombre más feliz del mundo.
Sonreí y lo llevé a la cocina. Nos sentamos, comimos y vimos un mal reality en la TV. Tuvimos diversión de la gente y reímos y reímos. Lo último que recuerdo es que me llevó a la cama, la desaliñada barbilla de Caleb frotaba con mi mejilla, antes de ser rodeada por su calidez habitual y volver a caer dormida pacíficamente.

—¡Papá! ¡Estamos aquí! —gritó Caleb mientras abría la puerta—. ¡Bella!
Ella llegó corriendo por la esquina antes de correr a él. Caleb se arrodilló y le tarareó.
—Oh, Dios mío. Mira mi niña. Estás tan grande.
Yo solo miraba divertida. —¿Tu apartamento no admite perros?
—Si lo hacen, pero suelo dejarla aquí porque siempre estoy en la escuela —se enderezó—. Y ocuparía todo mi tiempo este verano, así que… —sonrió y me atrajo hacia él—. Pero… tal vez ella podría venir con nosotros, pronto.
Él me estaba dando consejos domésticos. Me quedé mirando sus ojos azules, pero dejó las  cosas así. Asentí con la cabeza haciéndole saber que definitivamente quería que Bella estuviera con nosotros. Me rasqué bajo la barbilla antes de seguir a Caleb.
—Está bien —dijo y me detuvo—. Te voy a enseñar el truco con los pasillos —señaló al suelo en la esquina—. ¿Ves las baldosas? —asentí con la cabeza. Eran mezclas de colores y de diferentes tipos de verdes y marrones que parecían no tener ningún patrón—. Está bien, ¿ves la esquina, el azulo color crema que está allí? Y en esa esquina, ¿el azulejo verde? Los azulejos crema te llevan hacia el lado oeste de la casa, para mi habitación y la sala de estar. Los marrones te llevan para la parte de atrás de la casa, como la cocina y el comedor. Los azulejos verdes te llevan en círculos.
Estaba escéptica. No parecía tan complicado. No se veía como si fuera un truco excepto por el hecho de que todos los pasillos eran suntuosos y parecían estar por todas partes. Parecía confuso, pero era bastante elaborado. Así que me llevó por un recorrido por los pasillos de las esquinas de azulejos verdes y para mi sorpresa, terminó justo donde empezamos. —Pero ni siquiera me di cuenta que regresábamos. Es tan raro.
—Sí. Papá es un genio.
—Porque sí, sí lo soy —bromeó Peter. Nos volvimos para encontrarnos con él riéndose de nosotros—. Gracias por la noticia.
—Hey, papá.
—Hey, hijo —sonrió hacia mí—. ¿Te quedarás ahí o le darás un abrazo a tu suegro?
Me reí. —Me gusta cómo suena eso.
—A mí también, cariño —él se echó hacia atrás, pero mantuvo su brazo alrededor de mi hombro mientras se había camino por los pasillos de las esquinas de azulejos color crema. Caleb se desvaneció detrás de nosotros con Bella a su lado—. Así que, ¿qué es lo que han venido a decirnos?
—Um… —me volví a mirar a Caleb cuando llegamos al estudio. Miró a su padre con curiosidad.
—Me di cuenta de que algo andaba mal ayer, Caleb. Supuse que era algo que Maggie quería discutir con nosotros. Acerca de sus amigos humanos, tal vez —era su turno para mirar confundido—. Supongo que no, por el aspecto de sus caras.
—¿Dónde está mamá, papá? —preguntó Caleb suavemente y tomó mi mano para sentarnos en el sofá.
Oí a Peter llamarla en su mente y ella le dijo que estaría aquí en un minuto. —Ella viene. ¿Está todo bien?
—Todo está bien. Sólo quiero hablar contigo de algo.
Peter asintió y nos miró pensativa. Había un cuenco de cristal en la mesa al final. Peter puso sus dedos hacia atrás y adelante, haciendo que el cuenco se deslizara, siguiendo el movimiento de sus dedos sobre la mesa, mientras trataba de adivinar que estábamos a punto de decirles. Rachel entró y después de los abrazos y los vasos de té, Caleb se puso manos a la obra. Les explicó todo, acerca de lo que quería hacer, de cómo él quería ampliar los centros de tutoría y de que no estaba interesado en formar parte de la empresa de arquitectura. Peter escuchó mientras Rachel miraba con recelo entre ambos. El silencio de Peter fue raro. Era casi como si él no estuviera pensando en absoluto, como si sus pensamientos estuvieran en pausa y no pudiera procesar.
Pero entonces, él finalmente comenzó, y oí su respuesta antes de que él la dijera. —Caleb, tú sabes que yo siempre he admirado tu iniciativa. Partir tu propia empresa por tu cuenta fue brillante —hizo una pesada pausa—. Pero siempre asumí que era una cosa temporal. Siempre lo he asumido y quería que vinieras a trabajar a la empresa conmigo. Saber que no quieres es bastante sorprendente, hijo. Esta es la primera vez que he oído de ello.
—Lo sé —contestó Caleb—. Para ser honesto, si Maggie no hubiese llegado, probablemente me habría puesto a trabajar contigo en la empresa —dijo y luego se precipitó a seguir—. No es que sea su idea o su culpa de lo que hago, es sólo que ella me dio el coraje para hacer lo que realmente quiero hacer. No estoy tomando la decisión por mí mismo, y ella tiene su fe en mí, en que puedo hacerlo.
—Yo también —Peter se aclaró la garganta—. Tengo fe en que puedes hacerlo. Eso nunca ha estado en cuestión. Es sólo que… que trabajar para la empresa es una tradición, y es un honor continuar con el legado que nuestra familia construyó. Yo sólo… pensé que te gustaría ser parte de esto.
—No es que no quiera trabajar contigo, papá. Es que quiero hacer algo más.
Peter pensó. Rachel y yo nos quedamos en silencio. Esto era algo que los chicos debían hablar. Finalmente él habló en voz baja. —Eres un hombre, Caleb, y no te puedo decir que hacer. Estaría mintiendo si dijera que estoy emocionado al respecto, pero voy a estar respaldándote como siempre lo hago. Nunca me has defraudado. Si esto es lo que quieres, entonces creo que lo deberías hacer.
Caleb suspiró, se quitó un peso de encima. —Gracias papá.
—No importa lo que dijera, ibas a seguir adelante con tu plan —reflexionó Peter y abrió sus brazos para Rachel. Ella se deslizó en ellos. Se miraron unos segundos y él volvió a ver a Caleb—. ¿Estoy en lo cierto?
Caleb sonrió irónicamente. —Sí, señor.
Peter asintió con la cabeza y sonrió. —Lo imaginé. Siempre has sido un poco rebelde. Esa estrella en tu hombro —le dio una “paternal” mirada mordaz—. Participar en el equipo de natación en vez de jugar fútbol. No ir a la fiesta de graduación de Kyle cuando todo el mundo te esperaba —suspiró y se echó a reír sin hacer ruido—. Supongo… todo estaba planeado para ti.
—Sí, señor —susurró Caleb y besó la esquina de mi ojo—. Lo hizo.
Y me encanta tu tatuaje de la estrella.
Él sonrió hacia mí. —Lo sé.
Algo me golpeó luego de ver la sonrisa que nunca estaba lejos. Solo faltaban dos días para la boda.
Dos. Días.
Y ni siquiera había escrito mis votos todavía. Ni siquiera había tenido tiempo para pensar en ellos y mucho menos para ponerlos en pluma y papel. Él siguió sonriéndome dejándome tener mi mini locura.
Me volví hacia Rachel. —Gracias por la receta. De hecho, cociné algo comestible por una vez.
Ella se rió un poco. —De nada. Puedes venir más adelante y te podría enseñar un par de cosas si quieres. Mi madre era una excelente cocinera. Y Jen lo intenta, pero ella siempre está preocupada por el trabajo y por Maria.
—Eso suena muy bien.
Peter sonrió y me preguntó: —¿Has pensado que harás con la escuela y eso?
Caleb se echó hacia atrás aún más, poniendo su tobillo sobre la rodilla mientras se acomodaba de nuevo en el sofá conmigo presionando sus costillas. —Te dije esto, papá. Ella viene conmigo a la escuela este semestre.
—¿Eso es lo que quieres hacer? —me preguntó Peter—. ¿Quieres ir a la U de T?[2]
—Lo quiero. No pensé en que me era posible ir a la universidad, así que usted trabajado en esto por mí… Gracias. Estoy muy agradecida.
—No hay problema. Fue un placer hacerlo. Pero desde que Caleb me dijo que no quería trabajar conmigo, estoy revisando todo para asegurarme de que era lo que querías.
—Lo es, gracias. —le dije con sinceridad—. No puedo esperar.
Jen y Bish llegaron dando la vuelta por la esquina del salón. —¿No puedes esperar para qué?
—Colegio —respondió Peter por mí—. Nuestra Maggie estará empezando a finales del próximo mes.
Sonreí. Nuestra Maggie. Bish me sonrió también, y negó con la cabeza. —No es tan bueno como lo parece, niña.
—¡No arruines mi fiesta! —regañé juguetonamente mientras Jen se sentaba en el sofá y él se inclinaba sobre su espalda con sus brazos—. ¿Qué estaban haciendo?
Se miraron el uno al otro y luego me volvieron a mirar. —Bueno… —comenzó Jen.
Bish continuó. —Fuimos a buscar apartamento.
Sentí a Caleb tensarse a mi lado. Y entonces las matemáticas comenzaron de nuevo. ¿Qué, en el mundo, está mal con él últimamente? Le di una mirada inquisitiva.
Todo está bien, Magnifica. Sólo quédate fuera de mi cabeza.
Él sonrió por su comentario. Dios, era tan lindo. Me volví hacia Bish para tratar de averiguar por qué Caleb le importaría la búsqueda de apartamento, Bish continuó. —Entonces, creemos que encontramos el lugar. Sólo es cuestión de… ajustar unos detalles.
Y enloquecer con dos mil dólares de depósitos.
La cabeza de Jen subió a mirarlo cuando Peter y Rachel hablaron de su primera casa juntos. Cariño, está bien. Estaremos—
No, no está bien. Si nada más, no puedo comprar la casa que se supone que debo, llevaré el depósito por mi cuenta.
Ella suspiró. Si es lo que quieres.
Es lo que necesito. Jenna, tengo que ser capaz de cuidar de ti con otra cosa, no solo con un pedazo de mi mente. Mi pecho… duele sabiendo que no te puedo dar lo que se supone que debo.
Ella tragó saliva. Lo siento. Nunca quise que esos sentimientos—
Le tocó la mejilla suavemente y sacudió la cabeza. No es algo por lo que disculparse. No cambiaría nada de lo ocurrido. Solo… déjame tomar el mando de eso, ¿de acuerdo? Entonces mi pecho dará un descanso.
Ella trató de sonreír. Está bien.
Está bien. La besó una vez, suavemente. Él se echó hacia atrás justo cuando Peter estaba terminando y nadie más que Caleb y yo sabíamos lo que había pasado.
—Así que, —Peter dio una palmada—. ¿Quién tiene hambre? Vamos a Mugly’s. Yo invito.
—Sí —Caleb silbó entre dientes—. Vamos.
Todos nos levantamos y nos acomodamos en la camioneta de Caleb. Me senté entre un sándwich—de—hombres Jacobson de él y Peter. Caleb resopló ante mi pensamiento y negó con la cabeza hacia mí. Con la mano de Caleb atrapada en mis muslos y Mutemath en la radio por su mamá, nos fuimos a la corta distancia a la ciudad y aparcamos. [3]
Él me ayudó a bajar de la cabeza gigante y miró a su alrededor. Se podía ver los bancos y el lago desde allí. Sentí mis labios elevarse en una sonrisa al recordar nuestra primera cita. Mi primer viaje en motocicleta. Mi primera vez en comer en Mugly’s. Mi primera vez con celos. La primera vez que Caleb me mostró una visión. Suspiré. Se sentía hace mucho tiempo. Sentí los brazos de Caleb a mí alrededor desde atrás. Él apoyó la barbilla en mi hombro. —La primera vez que me enamoré de ti —agregó a mi lista.
Me volví un poco, dejando que mi mejilla tocara la suya. —¿En serio?
—Enserio. ¿Cuándo andábamos por el lago y me atreví a perseguirte? Era un caso perdido.
Me reí en voz baja. —Bueno, estaba en el equipo de atletismo.
—Fue por eso porque no te pude coger. Pero llegaste de nuevo a mí, como una polilla a una llama.
—¡Porque me engañaste! —le dije en broma.
—Admítelo. Simplemente no podías soportar estar lejos de mí —dijo con voz ronca y mordisqueó mi barbilla—. Admítelo.
—No lo haré.
—¡Hey! —llamó Bish desde la puerta del restaurant—. Ustedes dos, ¿vienen?
—¡Ya vamos! —grité—. Solo tienes suerte. Estaba a punto de desafiarte a una revancha.
Él se echó a reír. —¡Por favor! No puedo ser tan rápido como tú, pero mis reflejos son como un rayo.
Cogí el pomo de la puerta y él tiró hacia delante tan rápido, que ni siquiera lo vi moverse, y la alejó de mí. —Déjame entrar —dijo mientras yo me reía de él.
Dejé que me llevara a la mesa en donde nuestra familia estaba sentada. Nos reímos y comimos y dejamos a Bish probar platos de barbacoa. Y él trató. El chico podía ganar un concurso de comer fácilmente. Y entonces oí un sonido que nunca había pensado en escuchar más. Y por una buena razón; era como uñas en una pizarra.
Ashley.
—Caleb —ronroneó—. Hola.
Caleb y yo no nos enfrentamos a ella por lo que todos se volvieron para mirarla. Ella absorbió la atención repentina, empujando el pecho hacia afuera apenas una pizca e inclinó la cabeza. Tragué saliva para no decir nada. —Ashley —dijo Caleb y todo el mundo se dio cuenta de que no estaba feliz de verla, pero ella. Ella sonrió y puso su mano sobre el hombro de Caleb. Vi los ojos de error de Peter cuando hizo eso. Él miró a mí, y luego de vuelta a Caleb. Él debe haber pensado que yo iba a arrancar su cabeza. Y cuando miré hacia ella, y la vi inclinarse un poco, me di cuenta de que estaba a punto.  Me iba a poner de pie, pero sentí la mano de Jen en mi brazo.
Solo espera.
Miré a Caleb, esperando. La última vez se había desecho de ella, pero sólo después de que ella me insultó. ¿Él realmente iba a dejar que ella lo tocara así delante de—
Empujó su mano fuera y se  quedó mirando su lado de la mesa. —Ve a casa, Ashley.
Ella se burló. —Estoy aquí con mi familia.
—Entonces ve con ellos —cuando ella se quedó allí como si estuviera esperando algo, continuó—. Puedes ver que Maggie está aquí. Sabes que estamos juntos. Te lo he dicho más de una vez que no hay oportunidad entre tú y yo. Absolutamente ninguna. Maggie y yo nos vamos a casar este fin de semana.
—¿Te vas a casar con ella? —chilló. Pensó y luego sonrió—. Oh, Dios mío. Mira, Caleb. Ella puede estar embarazada, pero no debes casarte con ella.
Oí los jadeos de Rachel y Peter. No podía soportarlo. Mi cuerpo estaba a punto de explotar con la necesidad de hacerle daño a esta chica. Tomé una respiración profunda cuando las luces parpadearon un poco. La vi mirarme con desprecio antes de mirar de nuevo a Caleb. Él negó con la cabeza y esperó un latido. Estaba tratando de calmarse. Ella era una chica, después de todo. —Ashely, Maggie no está embarazada. Estoy enamorado de ella —Ashley arrugó la nariz como si algo apestara.
Caleb continuó. —La amo con todo mí ser. Así que deja este comportamiento infantil y sigue adelante.
—¡Bien! —hizo un mohín—. Cásate con la preescolar, no me importa. Estoy harta de ti. No puedes olvidarte de mí porque terminamos.
—No terminamos —esperó dramáticamente mientras la miraba—. Nunca empezamos.
Ella se marchó con un tiró de su pelo rubio Barbie. Él se dio vuelta y de inmediato empezó a pedir disculpas. Puse mi pulgar sobre sus labios. —No lo hagas —le susurré. Cerré los ojos y respiré hondo. Cuando los abrí la vi ponernos mala cara a través del restaurant con su familia. El Aces en mí me dijo: Ve por ella. Solo rasga un puñado de su cabello. Te sentirás mejor, pero volví a respirar para calmarme—. Simplemente no lo hagas. Está bien.
Él era todo mío, después de todo.
Tocó mi cuello, dejando que sus nudillos se frotaran sobre la marca del Visionario. Gemí un poco con la calma que me dio, me di cuenta. Sus labios hacían pequeñas sonrisas al darse cuenta de mi reacción. —No seas presumido, Jacobson.
—¿Qué? —se inclinó un poco—. Te dije lo caliente que te pones cuando estás celosa. Y luego que hagas esos ruiditos cuando te toco… —susurró la última parte en mi mejilla—. Dios, ayúdame.
Dejé escapar un suspiro medio molesto y medio divertido. —Oh, chico. ¿Eso es lo que debo esperar?
—Puedes apostarlo, chica bonita. Y mucho más.
Finalmente dejé que mi sonrisa apareciera. —Bueno.
Me besó rápidamente y luego se echó hacia atrás, haciendo estallar una pepita de maíz en su boca. Me senté de nuevo, también, y pude sentir los ojos en mí. Miré por encima y vi a Rachel. Ella estaba con un aspecto de lo más extraño. Señaló la oreja, lo que significaba para mí, escuchar.
No puedo creer que no noquearas a esa chica.
Reí por eso. Ella continuó.
Había una mujer que solía trabajar en la primera oficina de Peter, y ella estaba tan lujuriosa por él. Vi a Peter sonreír y sacudir su cabeza, pero ella continuó, inclinándose para mirarme. Parecía que cada vez que iba a llevarle el almuerzo, o ir a… visitarlo, ella estaba allí. Tocando su brazo, apoyado en su escritorio, llamando a su oficina cuando yo estaba allí con alguna emergencia. Ugh. De todos modos, la primera vez que estuve sola con ella en el elevador acorralé a la mujerzuela y le dije que mejor se mantuviera alejada. Que iría por ella y que ese hombre ya estaba tomando.
Tapé mi boca para no estallar en carcajadas. Así que admiro tu seguridad. Los Aces por lo general no tienen mucho en cuanto a nuestros compañeros. Le hubiera dado a Bimbo un ojo negro por lo menos. Ella guiñó el ojo. ¡Guiñó el ojo!
Asentí con la cabeza y sonreí. —Gracias.
Ella se inclinó sobre la mesa  y tomó mi mano. —En cualquier momento, cariño.
Era una cosa que diría—pensaría una madre. Le sonreí de nuevo y volví a mi comida. Me sentí extrañamente con ganas de llorar mientras tomaba un bocado de pan de ajo. El sabor no era algo de este mundo. Bailó en mi lengua. Miré a las camareras en sus botas y faldas lindas y me pregunté cómo sería trabajar allí. Me gustaría tener problemas con el pan de ajo.
Después nos dirigimos de nuevo a casa de Peter, yendo por caminos separados. Bish me llevó aparte y me preguntó acerca de la boda. Jen le había dicho que quería compartir el día y se preguntaba por qué. Sólo dije que tenía sentido para nosotros estar todos juntos. Los tres miembros de mi familia se habían impreso. Eso era un milagro en sí mismo. Qué mejor manera de sentirse bien acerca de los tres de nosotros presenciando el uno al otro y ver cómo nos dedicábamos a los que amábamos. Tenía sentido en mi mente.
—Lo sé, no estoy diciendo que no quiero, es sólo… contigo corriendo con lo de la boda, no me da tiempo para llegar a todo lo que necesito.
—Para tu apartamento —supuse y comprendí.
—Sí —suspiró.
—Lo siento. Mira, Bish, sé que esto es difícil para ti, pero la verdad es que la familia es feliz de tenerte con ella. La forma en que hacer feliz a Jen vale la pena. Y no me preguntes como lo sé —sonreí—. Puedo leer la mente, ¿recuerdas?
—Lo sé —dijo no tomando mi cebo—. Es solo que siento que estoy detrás de alguna manera. Y con la escuela… quiero decir que tomé clases de arte. ¿Qué diablos voy a hacer en Tennesse con clases de arte?
—Creo que puedo ayudarte con eso —interrumpió Peter con las manos levantadas—. Lo siento. No quise entrometerme, escuché de casualidad mientras iba a la casa. Escucha, Bish, tenemos un montón de usos para un gran arte en la empresa. Una empresa de arquitectura —dijo de manera significativa—. Nos enorgullecemos de diseños audaces y cosas que otros no han hecho aún. Creo que serías una gran adición si te interesa. Y Jen trabaja allí, por supuesto. Así que no sería difícil para ti el primer año.
Bish miró los zapatos de Peter. —Sin ánimo de ofender señor, pero usted está ofreciéndome este trabajo solo porque estoy a punto de ser su yerno.
—Demonios, que lo serás —dijo Peter y se echó a reír. Me recordó a Caleb y no podía dejar de sonreír—. Pero también te ofrezco este trabajo porque eres el alma gemela de mi hija. No sólo va a ser más fácil para ti y para ella, pero nos gustaría mantener este asunto en familia. Casi toda mi familia trabaja en el negocio de alguna forma o manera. Así no estoy ofreciéndote el trabajo porque sí, técnicamente no soy imparcial al no ofrecer uno.
Sus labios estaban sonriendo con esa sonrisa Jacobson cuando se dio cuenta que ya tenía a Bish. Esperó y escuché a Bish mientras pensaba y finalmente cedió. —Usted nunca sabrá lo agradecido que estoy, señor.
—Hijo —dijo Peter, poniendo una mano en su hombro. Sus labios temblaron con lo que yo pensaba que era una sonrisa, pero me di cuenta de que no era. Peter estaba luchando contra las lágrimas—. Mi hija ha atravesado más cosas que las que una mujer debería. Nuestras mujeres son preciadas para nosotros, el centro de nuestros universos. Para mí, después de creer que ella no tendría a nadie, que no iba a saber lo que se siente, literalmente, sentir el corazón de alguien en su pecho... me torturó como a un padre. Pero entonces... Vamos —gruñó. Me mordí el labio mientras lo miraba luchar contra su emoción—. Y la hiciste más feliz de lo que nunca ha sido, desde el día que nació María, ¿y que realmente tienes que preguntarte por qué querría ponerte ahí? —se rió un poco—. En mis ojos, tú eres mi hijo ahora, y quiero nada más que ser tu familia. Mi hija finalmente tiene a alguien para mirarla la manera en que veo Ray y nunca sabrás lo agradecido que estoy contigo... señor —brotaba palabras a Bish, que devolvió la mirada y se rió entre dientes con emoción. Luego le dio un abrazo varonil. Bish le palmeó la espalda y murmuró su agradecimiento emocional antes de soltarlo. Escuché los pensamientos de Jen antes Bish lo hiciera. Ella estaba esperando en la puerta y se preguntaba qué estaba pasando. Bish la miró y sonrió. Entonces él asintió con la cabeza a Peter, me abrazó con fuerza, y luego se dirigió a ella. La levantó del suelo en un abrazo de oso y la llevó dentro de esa manera, riendo.
               —Gracias —le dije a Peter, porque Bish había pasado por muchas cosas, también, y el pobre hombre necesitaba un descanso.
               —El placer es mío y lo que dije es cierto, cada palabra —él me atrajo hacia sí y me besó en la frente—. Ahora creo que tu carruaje está esperando.
               Lo miré confundida hasta que asintió con la cabeza hacia el garaje. Y Caleb estaba sentado en la motocicleta, el casco bajo el brazo. Chillé. En realidad chillé y corrí hacia él. Oí Peter reír detrás de mí, pero no me importó.
               Caleb bajó cuando lo alcancé y me deslizó el casco en mi cabeza. —Supongo extrañaste a Lolita.
               Me reí. —Cállate y conduce, Jacobson.
               —Sí, señora —escuché su risa en el micrófono antes de que nos subiéramos y nos tranquilizáramos en el camino de entrada. Tan pronto como llegó a la final de su camino, esperé, sabiendo lo que continuaba.
               —Espera, Magnífica.
               Me reí y le agarré fuerte cuando él se alejó riendo. Nos inclinamos hacia adelante en la moto y se apoderó de la carretera fuertemente. No importaba que mi ritmo cardíaco estuviera acelerado, no importaba lo rápido que íbamos.
Estaba con Caleb. Y no había lugar más seguro en el planeta.


>¡Hola! Desde ahora comenzaré a subir seguido la traducción. Todos los sábados la tendrán :)
>>Si por casualidad no subo un sábado, creo (solo creo) que lo recompensaré al siguiente subiendo dos capítulos. (El que corresponde y el que se debe)
>>>Muchas gracias por apoyar la traducción :D
>>>>No olviden comentar si es que hay alguna falta de ortografía. A pesar de tener correctora, no podemos poner mucha atención a todas las páginas del documento.

¡Adiós!
Anie~





[1] Personaje de Grey’s Anatomy.
[2] Universidad de Tennessee.
[3] Una banda de rock alternativo de Estados Unidos.